Jay observaba detalladamente al precioso angelito que veía desde lejos en aquel banco, dibujando algo en su pequeño blog negro.
No sabía en qué momento se había pasado casi una hora observando al chico, su pelo castaño ondulado caía sobre su frente y le daba un aspecto más tierno al pequeño, Jay sonreía cuando lo quitaba de su frente con sus pequeñas manos.
— ¿Y si me acerco a hablarle?— susurro Jay para sí mismo, realmente el chico le había parecido un ángel caído del cielo.
Se levantó de su sitio, caminando hasta donde se encontraba el pequeño niño que había capturado su atención, solo quería hablarle y entablar una conversación con él, y si era posible llegar a ser su amigo.
— Hola.— dijo Jay cuando se situó delante del joven, quién levantó la mirada, sonrojandose cuando vio a Jay.— Soy Jay, te he visto aquí solo y he querido venir contigo, eres muy lindo.—
El contrario mostró una pequeña sonrisa e invitó a Jay a sentarse a su lado, quién se sentó igualmente sonriendo.
— Me llamo Jungwon, es un placer Jay.— respondió Jungwon en pequeños susurros, logrando que de alguna manera Jay se tranquilizará, la voz de Jungwon era tan suave, tan bonita.
Comenzaron a hablar de diversos temas, dándose cuenta que ambos tenían mucho en común, compartieron varias risitas que conseguían ablandar el corazón de Jay.
— Se ha pasado el tiempo muy rápido, tengo que volver a mí casa Hyung.— dijo Jungwon mientras se levantaba para caminar a su hogar, siendo detenido por las manos de Jay.
— E-espera.— susurro Jay, levantándose igualmente.— ¿Me podrías dar tu número? Realmente me gustaría volver a verte de nuevo.— hablo con una pequeña sonrisa tímida mientras se rascaba un poco la nuca.
Jungwon sonrió y en un pequeño trozo de papel escribió su número de teléfono, entregandoselo a Jay y dejando un rápido y pequeño beso en la mejilla del mayor.
— Espero tu llamada, Hyung.— murmuró el menor antes de salir corriendo, dejando a un Jay sonrojado y con una sonrisa boba en su cara.
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— ¡Hyung! ¡No corra tanto!— gritaba Jungwon tratando de seguir el paso de Jay en una de sus múltiples quedadas.
En todo aquel mes, Jungwon y Jay habían quedado relativamente todos los días, iban al cine, a alguna cafetería o a la casa de alguno de los dos.
Y justo ese día se había cumplido un mes desde que ambos se conocieron y Jay tenía una pequeña sorpresa para el pequeño, es por eso que habían decidido volver al parque en el que se conocieron.
— ¡Vamos Wonnie! ¡Si no nos damos prisa nos quitarán el sitio!— animaba Jay mientras seguía corriendo hacia un pequeño terreno en el que había un gran árbol.
Jungwon no sabía porque Jay estaba así de emocionado, habían salido múltiples de veces pero el mayor actuaba como si fuera la primera vez que salían.
Llegaron al destino de Jay, quién extendió una pequeña manta en el suelo e invito a Jungwon a sentarse para luego sentarse él.
A pesar de que Jay se sentía nervioso, abrazo por la cintura a Jungwon, sorprendiendo al menor, quién lo miro extrañado.
— Yo...siempre he querido abrazar tu cintura.— murmuró Jay, apoyando su cabeza en el hombro del contrario.
Las mejillas de Jungwon se pintaron levemente de un color carmín bastante notorio y trato de mil formas que Jay no lo notara.