II: Despertar

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Lawliet no usaba un paraguas.

Kaori se dio media vuelta para encontrarlo totalmente empapado, mirándola con indiferencia.

Ella dio un paso hacia atrás, sintiendo el corazón encogérsele. La última vez que había sentido algo similar fue a la edad de catorce años, cuando asistió a una casa abandonada, donde según se decía, aparecían fantasmas a eso de medianoche. Kaori logró ver uno (el cual era en realidad una sábana colgada, puesta ahí por sus amigos) corrió, se tropezó con los muebles viejos, tosió por el polvo y se desmayó. No podía suceder lo mismo en ese momento, podría lastimarse con la cruz en la tumba de Lawliet.

Pero es que ese Lawliet no podía ser una sábana.

Tal vez Glitter...Sí, ese ángel de seguro revivió a Lawliet. Él no perdería nada de vida, era un ser inmortal. Un ser inmortal con el mismo sentido del humor que sus compañeros de secundaria.

Su cuerpo no resistió más y cayó.

La vista se le aclaró poco a poco; se sentía cómoda, bastante relajada también. Algo muy extraño tomando en cuenta su estado anterior. Fueron minutos, quizá horas.

—Kaori.

Kaori se encontraba en una hermosa habitación de estilo barroco, la cama donde estaba acostada era enorme. Lawliet estaba sobre una silla a pocos centímetros de la cama, sentado de forma acuclillada. Algo bastante curioso.

—Tú....Ryuzaki...

—Lamento las impresiones fuertes—dijo Lawliet, aunque por su tono de voz parecía que no sentía nada en absoluto. Hubo un par de minutos de silencio y entonces entró un hombre a la habitación, era como de unos treinta años o quizá poco más. Tenía el cabello oscuro peinado hacia atrás y usaba gafas. Vestía como mayordomo.

—Voltair—lo llamó Lawliet—Guarda las pastillas tranquilizantes, parece que Kaori se encuentra estable.

—De acuerdo—respondió Voltair, para salir.

— ¿Pastillas qué...? —replicó Kaori.

—Voltair fue por sopa—le informó Lawliet, al parecer ignorando su pregunta.

—Tú no estás muerto—dijo Kaori.

—No lo estoy. — respondido Lawliet, remarcando lo obvio. Voltair regresó dando un cuenco de sopa a Kaori y una taza de café a Lawliet. Bueno, Kaori supuso que era café por el color, porque olía más a vainilla y azúcar que a café.

—Quiero respuestas—dijo ella.

—Puedes tener respuestas mientras comes sopa.

— ¿Y...eh, él? —Kaori señaló a Voltair con respeto— ¿Él puede oír todas las respuestas que vayas a darme?

—Voltair es la nueva mano derecha de L—respondió Lawliet—Es más que discreto.

Kaori tragó saliva y bajó la mirada al cuenco, los trozo de pollo y maíz flotando en la sopa blanca. La situación le seguía pareciendo surrealista.

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