VII: Hermano

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Yuna nunca vestía de negro, excepto en esa ocasión.

El hermano de Yuna, Shiro, había fallecido víctima de un conductor ebrio mientras iba rumbo a la fiesta de cumpleaños de uno de sus amigos.

Toda la familia Sasaki y amigos cercanos se encontraban ahí, en casa de los padres de Yuna.

—Iba a casarse... —dijo Yuna con lágrimas en los ojos, tenía la cabeza inclinada en el hombro de su madre, veía fijamente el cadáver de Shiro. Kaori, a su derecha, no sabía qué decir. Shiro era la primera persona muerta que veía. Había convivido poco con él, pero el antes y después de la muerte era muy notable. El joven de veintisiete años usaba un elegante traje negro con corbata azul. Tenía las manos en su pecho, una sobre la otra. Los ojos delicadamente cerrados, estaba inexpresivo.

Yuna no dejaba de hablar de lo genial que sería la boda de su hermano cada que las tres amigas salían. Ella le estaba ayudando a organizarla. Todas las ilusiones desparecieron en un instante. Shiro había muerto repentinamente.

Kaori podía imaginarse a Yuna los siguientes meses; cabizbaja, continuando con la ropa negra, negándose a salir. Yuna era una hermosa flor violeta, y la muerte de Shiro la había marchitado. Kaori miraba la foto de Shiro rodeada de flores, luego al cadáver y después a Saika consolando a Yuna y a la madre de esta.

Shiro en vida, Shiro muerto, la violeta marchita.

Kaori sentía un vacío en su interior, estaba desesperada por hacer algo. Pero no sabía qué. No sabía si debía salir a respirar, consolar a Yuna y a su madre junto con Saika o tomar el asunto en sus manos con la Life Note. Sí, Kaori había traído la Life Note.

Antes de ir al funeral la había extraído de la caja bajo su cama y después guardado en su bolso. Ella dudaba y a la vez creía en la libreta. El destino le había dado una situación para ponerla a prueba. La ansiedad crecía en su mente, ¿Debía actuar o no? ¿Por qué había traído la Life Note?

Tal vez debía usarla, no tenía nada que perder si la libreta no funcionaba. Lo más grave seria frustrarse, pero nada más. No era nada complicado, sólo debía encerrarse en el baño, abrir la libreta y escribir el nombre. Debía pensar en el rostro del difundo mientras lo hacía.

Shiro Sasaki, Shiro Sasaki.

El hermano de Yuna Sasaki. El hermano muerto de Yuna Sasaki.

Escribir su nombre, pensar en él.

Shiro Sasaki, Shiro Sasaki.

Nada complicado. El momento era ese.

Kaori se mordió el labio.

¿Salir a respirar aire libre de tristeza? ¿Consolar a Yuna? ¿Tomar el asunto en sus manos con la Life Note?

El cadáver de Shiro Sasaki seguía frente a ella, era desesperante.

La presión continuaba, Kaori no podía con ella.

La joven se dio media vuelta y camino entre los demás para entrar a la casa. Los tíos de Shiro y Yuna se encontraban en la cocina preparando té verde para los asistentes y hablando sobre todas las cosas buenas que Shiro había hecho en vida. Kaori entró al baño y puso seguro a la puerta, para sentarse en el suelo frente al inodoro. Abrió su bolso y tomó la Life Note para ponerla sobre sus piernas. La abrió y contempló sus blancas páginas.

No hay nada que perder, se dijo a sí misma en su mente para tranquilizarse, no ocurrirá nada malo.

Extrajo un bolígrafo que también tenía dentro del bolso, le temblaba la mano. Kaori cerró los ojos y visualizó el rostro de Shiro. Los abrió al sentirse lista y, con aquella imagen en su mente, escribió Shiro Sasaki en la primera página.

Cerró la libreta rápidamente y se puso de pie, saliendo del baño. Se dispuso a charlar con los tíos de Yuna en la cocina, hacía todo lo posible por no mostrar en su rostro toda la preocupación que por dentro tenía.

Entonces pasó.

—¡Vengan, vengan! —dijo una prima de Yuna, con los ojos llenos de emoción—¡Shiro se levantó!

—¡¿Qué?! —respondió una tía de Yuna, igual de sorprendida.

—¡Está vivo! ¡Despertó!

—No puede ser—dijo Kaori, tratando de sonar igual de asombrada que la tía. Todos en la cocina fueron a ver el ataúd de Shiro a la brevedad. Este se encontraba sentado en su ataúd, siendo abrazado por su madre y Yuna.

—Estás vivo— dijo la madre—, es un milagro.

—¿Qué...Pasó?—preguntó Shiro, estupefacto.

—Pasa que volviste.—le respondió Yuna, quien lloraba, pero con una gran sonrisa.

Life NoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora