IX: Kira

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 —Ya casi están las palomitas. —dijo Yuna con una gran sonrisa. Había comprado una pequeña máquina de palomitas color rosa el día anterior. Sólo había transcurrido una semana desde lo que todos en el funeral de Shiro llamaron El gran milagro. Sin duda lo había sido, pues los médicos no encontraban una explicación. 

Saika y Kaori se encontraban en casa de Yuna. Era lindo volver a verla sonriendo, siendo la chica dulce de siempre. Mientras Kaori se encontraba sentada en el sillón de la sala esperando las palomitas, no podía dejar de pensar en lo que hizo. La Life Note había regresado la vida a Shiro. Todos lo vieron, todos dejaron de llorar.

—Creo que empiezo a dudar de la realidad de este mundo.—dijo Saika, quien estaba sentada a un lado de Kaori—La magia existe.

—¡Claro que existe! —respondió Yuna con un enorme tazón de palomitas en las manos, para sentarse también—La magia trajo de vuelta a la vida a mi hermano, un ángel quizá, o un dios como Kira.

—¿Crees en Kira? — le preguntó Kaori.

—Nunca dudé de él. El existe, o existía. Quién sabe. Su forma de hacer justicia quizá no era del todo ética, pero yo personalmente no lo miraba mal.

El origen de la leyenda de Kira comenzó en la ciudad hacía cinco años. De un día para otro, los criminales más temibles comenzaron a morir de un paro cardiaco. Después los criminales de rango menor también. Algunos tenían muertes más extrañas, las cuales, se contaba, la policía nunca reveló. Aquellos que se manifestaban contra Kira públicamente, morían también. Al parecer Kira sólo necesitaba conocer el rostro de una persona para poder matarla. Lo podía hacer desde lejos, nunca se supo cómo eso era posible. La explicación más lógica (pero descabellada también) era que Kira tenía poderes sobrenaturales.

Nunca se conoció la identidad de Kira, su reinado duró cinco años. En esos cinco años la policía se rindió al darse cuenta de que simplemente no podían contra Kira. Se comenzaron a crear sectas, millones de personas apoyaban la ideología de Kira respecto a la justicia. Kira era un ser tan poderoso que ni el detective más capaz de todo el mundo podía detenerlo.

El mejor detective del mundo era alguien de identidad desconocida como Kira, su apodo era simplemente L. L era el mejor resolviendo crímenes, y no dudó en ayudar a la policía con la captura de Kira. Después de los cinco años la policía dio un comunicado a la prensa diciendo que Kira había sido capturado. No se dieron más detalles. Al parecer el detective L lo había logrado.

—Bueno, yo creo que Kira estaba mal. —dijo Saika—Dar paros cardiacos a criminales no es una definición de Justicia. Eran escoria, claro, pero no debían morir. Era mejor que pagaran pudriéndose en prisión.

—Los índices de delincuencia bajaron muchísimo en los cinco años que Kira estuvo impartiendo justicia. —argumentó Yuna—La policía debió apoyarlo, no capturarlo.

—Kira no pudo contra le inteligencia de L. — respondió Saika—El asesinato es un crimen y ahora Kira está pagando por eso.

—¿Tú qué opinas, Kaori? —dijo Yuna volteándola a ver. Ella y Saika no estaban discutiendo, siempre daban su punto de vista respecto a un tema así, tranquilamente, como jugando a ser abogada—¿Kira o L?

—Eh...

Kaori no sabía qué responder. Lo que hacía Kira era destruir la basura humana del mundo, pero estaba siendo un criminal al hacerlo. Nadie es Dios para quitar la vida. L sólo estaba haciendo su trabajo al ayudar a la policía a capturarlo. Por mucho que se reflexionara sobre el tema, ni los más grandes filósofos llegarían a una conclusión. Al pensar en la batalla de L contra Kira, nadie sabía realmente el significado de Justicia.

—No...No sé.—dijo Kaori.

—Si pudiera sería novia de Kira. —bromeó Yuna.

—Y yo de L. — respondió Saika—No me importara que fuera mayor que yo veinte años.

Yuna y Saika rieron.

Kaori estaba segura de que Kira tuvo una Death Note. Sólo así sería capaz de matar personas desde lejos y con sólo conocer sus caras. Ella no conocía las reglas de la Death Note, tal vez esa libreta te otorgaba el poder de saber el nombre de quien quisieras y así poderlo anotar en la libreta. Tal vez Kira había tenido una Life Note como ella, pero decidió escribir Shinigami en la libreta para hacer el trato con el demonio y transformarla en Death Note. La joven estaba sorprendida del poder que había en sus manos. Igualaba al mismísimo Kira.

—¡Oh vean! —Yuna señaló el televisor y después tomó el control remoto para subir el volumen del programa. Su hermano había sido invitado al talk show del canal 40, el cual se llamaba Voces sobrenaturales. En él se invitaban a expertos en fantasmas, adivinos y testigos de sucesos paranormales. Todos los televidentes estaban listos para oír el testimonio de Shiro Sasaki.

—¡Hola, muy buenas tardes! —dijo la presentadora—Yo soy Aki Saionji y esto es Voces sobrenaturales. El día de hoy tenemos al gran milagro en persona, el hombre que despertó de la muerte.—Aki volteó a ver a Shiro—Bienvenido Shiro, gracias por venir.

—Gracias a ustedes por invitarme.—respondió él.

—¿Qué se siente haber vuelto de la muerte?

—Bueno...No sabría como responder eso. La verdad el accidente fue tan repentino que morí sin darme cuenta de que lo hice.

—Cierto, el conductor ebrio no fue cuidadoso.

Saika, Kaori y Yuna miraban con total atención el programa.

—¡Es mi hermano! —gritó Yuna al televisor, como si este pudiera oírlo—¡Vamos hermano, lúcete!

—¿Qué detalles puedes contarnos del accidente?—preguntó Aki a Shiro.

—Iba de camino a la casa de mi mejor amigo, cumplía veintiocho años. Era de noche, mi madre me dijo que me fuera con cuidado. Y lo hice, pero a unos pocos minutos de camino me chocaron el auto. Los vidrios se habían roto, y uno de ellos se me enterró en el cuello.

Kaori abrió los ojos a toda su expresión al oír eso. Ella creía que el cuerpo estaba intacto. Por respeto nunca preguntó a Yuna los detalles de la muerte de Shiro. El elegante traje que portaba este el día de su funeral cubría la marca del vidrio en el cuello. La chica recordó la regla de la Life Note referente a los cadáveres dañados:

-Para que el difunto pueda ser revivido su cuerpo debe estar intacto. En caso de presentar quemaduras, putrefacción y demás, el humano pagará con sus años de vida la resucitación dependiendo de qué tan grave se encuentra el cuerpo. Las personas cuyo cadáver sólo es un esqueleto no aplican para esta excepción.

Kaori había pagado con meses o incluso un año de su vida sin darse cuenta para eliminar esa cicatriz en el cuello de Shiro. No estaba arrepentida de lo que había hecho, pero sí le pesaba. Era su vida, había perdido quien sabe cuánto tiempo de ella. Sonaba egoísta, pero no podía evitarlo.

—Después de eso, sólo recuerdo cuando desperté dentro de un ataúd.—continuó Shiro—Era mi funeral, estaba sorprendido. Mi madre y mi hermana me abrazaron y dijeron que había vuelto. Yo no sabía que me había ido.

—Vaya, impresionante. Los médicos afirmaron que es imposible que sigas con vida, ¿A qué crees que se deba tu regreso?

—Bueno...Yo siempre he creído en Dios, nunca he dudado de su voluntad. Él me regresó a la vida, estoy realmente agradecido con él.

—¿Crees que hayan más resurrecciones de ahora en adelante?

—Todo puede pasar.

Life NoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora