XXlX: Felicidad

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Eran vísperas de Nochebuena en Wammy's House. Los niños y adolescentes jugaban con los animales de peluche y juegos de mesa que Kaori y Hyde les había traído. El joven miraba el lugar con melancolía, había pasado mucho tiempo desde que había estado ahí. El mismo ambiente de cuando era niño seguía presente. Kaori lo notó y tomó su mano para apretarla con afecto. Él volteó a verla y sonrió tímidamente. No había necesidad de actuar como una pareja ahí, pero al parecer en ese momento no necesitaban una excusa.

Ya habían tomado los archivos de Carrie y las pertenencias que dejó. No fue difícil, solo debieron decirle al director que venían de parte de Nate River, o sea Near. Sólo el personal del orfanato conocía la identidad del nuevo L. Después de pasar esa noche ahí volverían a Tokyo para que Near analizara. Kaori se sentía como una niña de nuevo; había olvidado esa maravillosa sensación cuando brindas amor a los niños que más lo necesitan.

Los niños de Wammy's House no estaban necesitados de cosas materiales. Su fundador, como había dicho Yuna hacía casi un año, era el gran inventor Quillsh Wammy. Al morir, el hombre había dejado la mitad de su fortuna a todos los orfanatos que había abierto y la otra mitad a Near y a todos los demás L que le sucedieran. A pesar de vivir perfectamente bien, los niños no tenían un conocimiento claro de los sentimientos y el amor en particular. No lo necesitaban, pues a fin de cuentas todos eran candidatos para ser el próximo L, y el próximo L tenía como destino la soledad. El ser una persona de sentimientos limitados era un requisito indispensable para estar en la lista de sucesores. Lawliet siempre fue una persona antisocial centrada al cien por ciento en su labor como detective. Near igual.

Kaori podía imaginar la presión que esos niños vivían día a día. Podía entender por qué Hyde había huido de ahí. Si bien al ser mayores los huérfanos de Wammy's House podían decidir si continuaban compitiendo para ser el próximo L al morir Near o abandonaban el lugar para buscar un destino distinto, la mayoría permanecían. No sentían una vocación allá afuera. No veían interés en relacionarse con más personas. Sus mentes demasiado desarrolladas los hacían personas retraídas.

Kaori sentía todas esas miradas perdidas tomar un poco de brillo. Sabía que esa calidez que no se hacía presente en los niños era pieza clave para ser L, pero tal vez lo mejor sería dejar de darles educación especial y tratarlos más como lo que eran, como niños. Lawliet había sido de gran ayuda en todo el mundo, había resuelto muchos crímenes, pero Kaori estaba segura de que había muerto sin conocer la verdadera felicidad; sumido en investigaciones y anonimato. Lo mismo ocurriría con Near, y con el remplazo de este cuando muriera, así sucesivamente.

—Kaori, ¿Ocurre algo?—preguntó Hyde, viéndola con ligera preocupación.

—Ah, no, nada. —Kaori le dirigió la más cálida de las sonrisas—Sólo estaba pensando un poco.

—¿En qué?

Kaori guardó silencio y contempló a los niños, para después centrar su vista en Hyde otra vez. Con esos ojos ámbar y ese cabello tan rojo contrastaba con el frío.

—Hyde... ¿Eres feliz?

El joven no supo que responder, Kaori lo había tomado por sorpresa. Nunca se había hecho esa pregunta a sí mismo. ¿Lo era? ¿Era feliz?

—Lo soy. —respondió Hyde sin dejar de verla. Kaori estaba por responder cuando el director los interrumpió:

—¡Kaori, Hyde! ¡La cena!

Ambos caminaron hasta la enorme mesa donde los demás niños ya habían comenzado a comer, cada uno de manera peculiar. Algunos dejaban salir esas excentricidades; algunos hacían figuras de papel, otros comían sin utilizar los cubiertos. Kaori pudo imaginar a un Hyde niño sentado de cabeza hasta el final de la mesa, leyendo un libro. A su derecha un Near niño jugando con animales de peluche.

Mientras ella sonreía imaginando eso, Hyde reflexionaba la pregunta de Kaori una y otra vez

¿Era realmente feliz? 

Lo soy, dijo en su mente viendo a Kaori de soslayo, hace muy poco que lo soy.


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