X: Brillo

6.3K 687 55
                                    


Existía un dato respecto a la Life Note que hasta el sabio arcángel Dion desconocía. Si un humano era propietario de una Life Note, obtendría unos ojos de ángel después de varios días de usar la libreta por primera vez. Contemplaría personas brillando y con nombres flotando sobre sus cabezas sin saber por qué. Sería capaz de saber el nombre de una persona muerta con sólo verla.

Kaori despertó ese sábado por la mañana. Se sentía más ligera de lo normal. Por lo regular se despertaba muy tarde los fines de semana.

Eran apenas las ocho con diez. Ella no se despertaba tan temprano.

Estiró los brazos y bostezó para después levantarse. Se miró en el espejo de su habitación, no tenía cara de adormilada.

Kaori tenía el cabello largo, negro y brillante. Un fleco recto le cubría la frente. Siempre se delineaba los ojos al estilo ojo de gato para que lucieran más grandes. Ella, como la mayoría de las chicas en su país, tenía ojos pequeños. Sin embargo en ese momento sus ojos lucían un tanto más grandes a pesar de no estar delineados. Estaban más brillantes también. Kaori trató de ignorar esos detalles. Tal vez eran cosa de la Life Note. No, no podía ser así, ya sería demasiado.

Kaori se había prometido no volver a usar la Life Note. No debía contradecir la voluntad de Dios. Ella creía en él. Dios sabía por qué las personas morían en cierto tiempo. Ella lo había desobedecido al revivir a Shiro.

¿Había hecho lo correcto? No, había interferido con el destino de alguien. Ella sabía que no debió hacerlo, pero había extinguido el dolor de Yuna y de toda la familia Sasaki. Eso era algo bueno, ¿No?

De nuevo entraba esa contradicción a su mente respecto a que era justo y que no. Kaori se llevó una mano a la cabeza, le dolía de tanto reflexionar. Salir a caminar un poco la ayudaría a despejarse.

 la joven para entrar al baño y darse una ducha. Se secó el cabello, lo cepilló y se puso un vestido de algodón con estampado de flores y unas sandalias de tacón. No tomaría el metro, caminaría lo más que pudiera, se sentía con energía. Los tacones no eran problema, los usaba a menudo desde los dieciocho años. Estuvo los primeros treinta minutos con la mente despejada. Seguía sintiéndose ligera, diferente al resto. Veía su entorno de una manera que jamás lo había visto. No sabía cómo explicar lo que sentía en sus ojos en ese momento.

Cuando llegó al parque una hora después pidió una banana split en un puesto y fue a una banca para sentarse y comerlo. Su mente seguía vacía, Kaori sentía como la mirada se perdía.

Había un par de niños jugando con una pelota, había una pareja caminando de la mano, una mujer paseando a su perro, una familia haciendo una parrillada...

Kaori se impactó al ver a su derecha. Bajo un árbol había un chico sentado. Un joven bello, tenía los ojos claros y el cabello rubio. Un brillo lo rodeaba, como si miles de lentejuelas estuvieran adheridas a su piel. Unas letras flotaban a pocos centímetros de su cabeza.

Kisu

¿Kisu?

Kaori se frotó los ojos, ¿Qué estaba sucediendo? Intentó tranquilizarse, no podía tener más alucinaciones. Sus manos seguían temblando, y su curiosidad seguía tentándola a voltear una vez más. ¿Por qué había tomado esa libreta? No debió de hacerlo, sólo le había traído problemas y dudas morales. Ella era sólo una mujer, una mujer simple. Jamás pidió estar atada a una libreta por cinco años, jamás pidió una responsabilidad tan grande.

¿Kisu era su nombre? ¿O era una palabra en el lenguaje de los ángeles? ¿Ese chico era un ángel? ¿Por qué nadie más notaba ese brillo?

Kaori se levantó, le temblaban las piernas. Ella no quería continuar. Quería dejar de tener preocupaciones. Si Dios estaba allá arriba, ¿Por qué le había hecho eso? Ella no deseaba igualar a un ángel, ella sólo quería ser la Kaori de siempre. Por ello había dejado la Life Note en la caja bajo su cama para jamás volverla a tomar.

Suspiró.

No, ¿En qué estaba pensando? Qué debilucha. Si tenía en su poder una Life Note es porque Dios la apreciaba tanto como a sus ángeles. Que la tomara no fue cuestión de azar, la libreta la llamó, ella respondió a su llamado y camino hasta donde estaba. No debía temer, no había peligro.

Kaori volteó de nueva cuenta a donde estaba el joven. Miró otra vez el brillo, leyó otra vez el nombre. Kisu.

Frente a ese brillo, Kaori aceptó de una vez por todas que no era la misma, y que no volvería a serlo.


Life NoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora