V: Arte

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Lawliet miró fijamente el cuadro a su derecha. Kaori dejó de caminar al ver que él se había quedado atrás.

— ¿Ryuzaki...?

Era la pintura de un esqueleto con alas negras sosteniendo un reloj de arena.

— ¿Qué opinas de esto? —preguntó él sin despegar los ojos del cuadro.

—Que...eh...es perturbador.

Kaori estaba segura de que Lawliet veía un simbolismo que nadie más notó. El museo estaba casi vacío para ser un día viernes. Personas con ropa elegante y sobria iban por ahí y por allá comentando las obras de arte que veían, algunos con cafés en las manos o cámaras profesionales. Lawliet destacaba por su sencilla vestimenta y peculiaridades: camiseta blanca de manga larga y pantalones desteñidos. Portaba unos zapatos deportivos un tanto gastados y caminaba encorvado. Al parecer no le importaba en lo más mínimo las miradas de curiosidad y desdén que los demás le brindaban. Kaori también llegó a sentir una de esas miradas, pues al caminar al lado de Lawliet, se llegaba a pensar que era su pareja.

Kaori se preguntó si debía tomarse eso como una cita. Es decir, estaban caminando juntos por el museo, pero...eso era todo. Lawliet seguía igual de indiferente, no entendía qué planes tenía o cuáles eran sus intenciones, era muy obvio que él se preocupó por ella e hizo todo lo posible para que estuviera bien. Ella podía entender hasta cierto punto, después de todo había convivido por mucho tiempo con Near y había ido a Wammy's House en dos ocasiones.

Lawliet demostraba gratitud, y a manos llenas.

Al poco rato salieron del museo para comer en un restaurante cercano. Ahí había aún más personas, y los murmullos indiscretos se mezclaban. Kaori quería concentrarse en comer, pero le era imposible. Y no por las miradas y comentarios, sino por la genial torre de cubos de azúcar que Lawliet estaba haciendo. No, es que en serio era genial, ¡Doce cubos de azúcar, uno sobre otro, en perfecto equilibrio!

Admiró esa actitud despreocupada de Lawliet; no importaba si había personas que lo creían un loco, él entraría al restaurante y haría su torre de cubos de azúcar si quería.

—Hey, luce difícil. —observó Kaori.

— ¿Eh? — Lawliet volteó a verla, al parecer estaba muy concentrado en lo que hacía.

—Lo intentaré —Kaori tomó cuatro cubos, al poner el cuarto en su lugar, su sencilla torre se derrumbó, pero ella aun sonreía con bastante diversión. De la nada soltó una sonora carcajada.

—Por dios, soy un desaaastre—dijo ella sin dejar de reír —Lo hacías ver tan fácil.

Lawliet la analizó sin saber cómo reaccionar, parecía que era la primera vez que veía a alguien reír de esa manera.

—Lamento eso —se disculpó Kaori limpiándose las leves lágrimas que habían salido en su ataque de risa.

—No, está bien —dijo Lawliet con sinceridad.

— ¿Y...Dónde está Voltair?

—De compras.

— ¿Golosinas, verdad?

—Y ropa.

—¿Ropa?

Kaori podía imaginar a Voltair en la sección de hombres, tomando camisas blancas y pantalones, todos iguales.

—Sí, para ti.

— ¡¿Eh?!

—Aún no sabemos cuánto tiempo vas a quedarte.

—No debiste...

—A Voltair no le molesta, le gusta hacer eso.

— ¿Elegir ropa?

—Patrones de colores.

Kaori sonrió. Tal como había pensado antes.

Lawliet era atento, muy a su manera.

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