VII: Colores

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— ¡Primero vamos a ese! —Kaori señaló la rueda de la fortuna — ¡No, mejor ese! —después la montaña rusa.

Caminaban por la feria de noche. Era inicios de primavera, la feria no se iría hasta que el invierno regresara. Kaori lo había tomado del brazo, y en todo el trayecto no lo había soltado. Lucía muy feliz.

Lawliet no se sentía incómodo, pero eso era algo a lo que no estaba acostumbrado.

— ¿A cuál quieres ir tú primero? —le preguntó Kaori, viéndole los labios sin poderlo evitar. Lawliet tenía esa manía de llevarse el pulgar y mover sus labios con él de vez en cuando.

—Vamos por otro algodón de azúcar —respondió él, quien ya había comido tres.

—Está bien, pero después hay que subir a una atracción.

Y así fue. La noche se deshizo entre montañas rusas, juegos de dardos, casas embrujadas y ruedas de la fortuna. Lawliet disfrutó especialmente la parte del carrusel. Lucía como todo un niño ahí, con su algodón en la mano, montado en el caballo color azul. Para Kaori eso fue adorable. Sólo Lawliet podía lograr esa mezcla de ser infantil e intelectual. En la montaña rusa Kaori sujetó tan fuerte el brazo de Lawliet que le dejó una marca temporal color rojo; en la foto del recuerdo ella tenía la boca abierta a su máxima expresión, no dejó de gritar. Lawliet aparecía tan tranquilo como siempre. Kaori soportó cinco minutos en la casa de terror; si en todo el tiempo que habían estado en la feria no lo soltó del brazo, ahora no dejaba de abrazarlo y repetir que tenía miedo. Lawliet avanzaba a como podía hasta el final del recorrido sin emitir un comentario. Kaori temblaba demasiado. Lawliet casi emitía un suspiro, había sido idea de ella ir a la casa del terror.

En el juego de dardos Kaori obtuvo seis puntos, muy por debajo de los veinticuatro de Lawliet, quien ganó un nuevo pase para la casa del terror. Terminó regalándoselo a alguien al ver que Kaori se negaba a ir de nuevo, y la verdad a él no le apetecía entrar solo. Ambos se estaban divirtiendo bastante.

"Divertir", una palabra que no estaba en el diccionario de Lawliet cuando se le asociaba con la palabra "feria". Es decir, él había ido a ferias antes, bastantes de hecho, pero lo hacía más que nada para comer dulces y matar el tiempo. Cuando Kaori lo llevaba por ahí y por allá, vivía la experiencia desde otra perspectiva.

—Bueno, ya nos subimos a todo —dijo Kaori mientras caminaba — ¿Qué sigue?

Lawliet señaló los fuegos artificiales que un grupo de personas miraban más de cerca.

—Ver eso —dijo.

—Están preciosos, cuando era niña me gustaban mucho.

Ambos caminaron hasta quedar un tanto cerca. Los fuegos artificiales anteriores se habían terminado, y apenas estaban preparando otros cuantos.

—Así que...—dijo Kaori para matar el silencio —Ha pasado tiempo.

—Sí.

—Tenías como catorce años cuando te vi por primera vez.

Lawliet asintió.

— ¿Recuerdas lo de la bufanda? —dijo ella.

—Aun la tengo.

—Near me lo dijo.

De nuevo silencio. Ambos se quedaron viendo al personal de la feria preparando los fuegos artificiales. Al cabo de dos minutos el cielo estaba lleno de destellos azules, rojos y dorados.

—Qué...Belleza...

Kaori los miró fijamente, luego volteó hacia Lawliet para notar su reacción; en sus profundos ojos negros se reflejaban todo ese brillo de arriba.

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