Víbora [+18]

Capítulo 8

Michael

Lo primero que hago al despertar, es verificar que no haya nadie en la habitación.

No sé quién fue la persona que me amenazó anoche. Me dijo que me alejara de la pelirroja, y la única pelirroja que conozco es Scarlett. Mencionó que ella tenía dueño y verdugo, ¿alguien al quiere muerta? ¿por qué? Dios, que estresante. Eso hizo que la curiosidad creciera a niveles imposibles. ¿De verdad está metida en eso de las peleas clandestinas? ¿alguien sería capaz de llegar a asesinarla por algún problema en esas peleas? Mierda, esto es grave.

¿Tendría que decírselo, que alguien va tras ella?

El extraño no mencionó a Sky y Nate, lo que me hace pensar que es algo solo con Scarlett, no contra su... familia o amigos. Hay un objetivo fijo, y es solo la pelirroja. ¿Y el desconocido estará siguiéndola o a mí? Porque si sabe que hemos estado acercándonos seguro es debido a que nos ha visto. No es que... hayamos... tenido ese tipo de acercamientos, sin embargo, tengo entendido que Scarlett no se lleva con nadie más que sus hermanos y nosotros, como hemos estado trabajando juntos, pasamos... las tardes y por eso quizá llama tanto la atención.

No sé qué hacer.

Scarlett podría estar en peligro.

Las ventanas de la habitación siguen cerradas con seguro, todo está en su lugar y no parece haber nada raro cerca. Ayer no tengo ni idea de cómo entró el desconocido al baño. La puerta estaba cerrada desde adentro y en ningún momento se abrió. Lo único que sé, es que se apagaron las luces y, cinco segundos después, ya me habían golpeado. ¿Cómo es que esa persona era tan fuerte y rápida? Me tiró contra la pared como si de un peluche se tratara. No... le costó nada y... no es normal. Ese nivel de fuerza y velocidad no fueron normales.

Ausente y perdido en mis pensamientos, busco algo de ropa y, sin fijarme mucho en lo que escogí, entro al baño para ducharme. Dejo las prendas limpias en el perchero en tanto me despojo de la ropa interior y enciendo el agua de la ducha. Al cabo de veinte minutos, salgo y me seco por completo. Me visto, me peino y me arreglo para ir al instituto.

Tomo la mochila con las cosas que necesitaré y bajo a la primera planta. La servidumbre ya se mueve por la casa como cada mañana, con prisa y silencio. En el comedor, la mesa está servida y, para mi sorpresa, mi padre no se halla presente. Qué extraño. Él nunca falta al desayuno o esas cosas. Es un padre bastante presente, aunque un tanto frío y... parece siempre mantener una barrera. Por lo menos se preocupa por mí y nunca me falta nada gracias a él.

—Buenos días, joven —Lina, una mujer de cincuenta y tantos años, con cabello negro encanecido, unas cuantas arrugas en el rostro y baja estatura, me sonríe con cordialidad.

—Hola, Lina —le devuelvo la sonrisa, sin conseguirlo del todo. Me acerco al puesto en la mesa, con el ceño fruncido—. ¿Y mi padre?

—Salió muy temprano esta mañana —me dedica una mirada de disculpa—. Lucía apresurado y preocupado. Trabajó hasta tarde.