Capítulo 31

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Scarlett

—Terminamos por hoy —sentencia la instructora, dejando su cuchilla sobre el estante—. Pueden irse.

Salí del salón a paso lento, dado que la herida en mi abdomen sangraba y me ardía demasiado. Además, sonidos fuertes provenían del techo y me estaban asustando. No recuerdo haberlos oído antes, y tampoco ver las repentinas iluminaciones que encendían las estancias. ¿Qué sucede afuera?

Caminé hacia la famosa habitación de castigo en la que todavía estaba, y fue peor todavía. La oscuridad era total, no se veía ni un alma por estos rincones y hacía frío. Mi cuerpo pronto empezó a temblar. Mi mano dejó de ser suficiente para contener la sangre de la herida, y dejé un camino de gotas de sangre.

Abrí la puerta, y ahogué un grito cuando vi a alguien sentado en la cama.

Hey —se acercó y me relajé al reconocer al chico del otro día, el de acento raro y bonitos ojos—. Ya te estabas demorando.

Lo siento —siseé.

¿Qué te ocurre?

Bajó la mirada, y vio la enorme mancha roja en la camiseta.

Murmuró algo en su raro idioma.

Ven —me ayudó a llegar al baño, me sentó en el retrete y desapareció en la otra habitación. Me quedé sentada, a la espera de lo que sea que hará, y dando brincos como tonta cuando otro fuerte sonido azotaba el lugar. Estaba harta de eso.

Minutos más tarde, Alek ingresó con varios objetos en sus brazos

¿Qué son?

Lo necesario para curarte —organizó las cosas, se agachó frente a mí y tomó una gasa, aplicándole un líquido de aroma fuerte—. Levántate la camiseta.

Obedecí, arremangando la camiseta a la altura de las costillas. Vale, tenía pésimo aspecto. Y es que la cuchilla había entrado fuerte y profundo durante la clase. Aleksander aplicó cada líquido con cuidado, me pidió perdón cuando una aguda punzada de dolor me recorrió la zona y continuó.

¿Qué ocurrió? —inquirió, sin apartar la atención de lo que hacía.

Lo de siempre —hago una mueca—. Me equivoqué, y pues la instructora se enfadó.

Entiendo —abrió una crema, esparció el contenido por sobre el limpio corte ahora y, al finalizar, colocó una venda encima—. Listo. Habrá que curarla de nuevo dentro de un par de horas y ten cuidado de no hacer movimientos demasiado bruscos o puede volver a sangrar.

Gracias —bajé la camiseta, y di otro respingo frente al sonido extraño.

Alek soltó una risa baja.

¿Te dan miedo los relámpagos y truenos?

—¿Relampa... qué? —puse mala cara.

Relámpagos —me corrigió, con una sonrisa—. No sé con exactitud por qué se producen, pero son como rayos acompañados de destellos de luz y sonidos raros. Hoy se presentaron por la tormenta, y supongo que durarán casi toda la noche. Da igual, no hacen daño.

Flash no dice lo mismo.

¿Flash?

Sky estaba leyendo un cómic de superhéroes el otro día, y dijo que a Flash le cayó un rayo. Estuvo en coma varios meses.

Y desarrolló super velocidad, Ryzhaya.

Estuvo en coma.

Se rio y juntos salimos del baño. La luz parpadeaba, los sonidos no se detenían y me costaba moverme gracias al frío clima. Sentía que tenía el cuerpo congelado, al punto de ralentizar cada uno de mis movimientos. Me senté en la cama, con el ceño fruncido.

Víbora [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora