Capítulo 9

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Scarlett

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Scarlett

El hijo del hombre que debo asesinar es Michael.

Joder.

—¿Vamos a hacer esto? —indaga Nate, más para mí que para Sky.

—No entiendo por qué lo estamos dudando —declara la castaña, sin darle la más mínima importancia al asunto y con una expresión de hastío enorme—. Es la maldita oportunidad de nuestras vidas. Todo por lo que hemos luchado, todo lo que hemos querido, al alcance de nuestra mano y con un acto. Mañana mismo podemos ser miembros oficiales.

—Sky tiene razón —interfiero—. Sentiría compasión si fuera un hombre inocente, pero es un puto violador de mierda. No me interesa tener piedad con un enfermo así. Y deshacernos de él sería un gusto.

—¿No te importa que sea padre de... Michael? —mi hermano entrecerró los ojos y examinó cada facción de mi rostro en busca de debilidad por este trabajo en particular.

—Eso es justo lo que Daniel quiere —la seguridad me tiñe la voz—. Seguro sabe que conocemos a Michael. Falta con solo preguntarle a Megan y su tríada para que sepa que somos cercanos. Tú estás en el equipo con él, y yo me junto bastante con él. ¿Y si Daniel quiere saber si nuestras emociones nos ganan? ¿y si es una prueba para por fin determinar si somos aptos o no? ¿si estaríamos dispuestos a poner todo lo que somos por encima de lo demás? ¿o a traicionarlos por amistados estúpidas?

—De esta decisión depende nuestro futuro —Sky contrae sus rasgos en clara determinación, ni una pizca de titubeo o duda se aprecia en sus ojos—. O nos volvemos miembros oficiales, o nos meten un tiro en la cien. Es una prueba de lealtad, de confianza, y sabemos que es uno de los valores más importantes en la organización. A quién le somos más leal, ¿a lo que somos, o a lo que sentimos?

—Y también tenemos claro lo que los líderes piensan de las emociones. Fallar en esto, sería perderlo todo, hasta nuestra vida. No sé ustedes, yo no pienso arriesgar mi futuro por un chico que tiene un padre de mierda. Milton Madden no merece vivir, y nuestra misión de vida es hacer pagar a imbéciles como él.

—Un segundo —el pelinegro frunce el ceño—. Si es una prueba, ¿existe la posibilidad de que en verdad él no haya cometido ni un crimen y lo inculpen para probar nuestra lealtad nada más?

—Nunca han puesto la vida de una persona inocente en peligro por un capricho —refunfuña Sky, con una ceja enarcada—. Sabes que no asesinamos inocentes, a menos que nos hayan molestado demasiado como los idiotas del instituto. De otra manera, no ponemos o usamos una vida inocente en tal estupidez.

—Escuchen —carraspeo la garganta—. Tenemos un mes para darle muerte, el tiempo justo para investigarlo a fondo y seguirlo. Sabremos si es culpable o no.

—¿Y si no lo es? —mi hermano mordisquea su labio.

—No lo sé —la castaña aprieta los labios—. Lo haremos de todas formas. O es nuestra vida, o la de él. Alguien aquí acabará con una bala en la cabeza y no seré yo. Lealtad es lealtad, y no podemos fallarles así a las personas que nos han enseñado todo lo que sabemos. Esto es todo lo que somos, fuimos creados solo para esto. No tenemos otro maldito propósito en el mundo. Y no defraudaré a los líderes por una tonta prueba. Además, por si ya lo olvidaron, dijimos "acepto". Y eso no lo olvidarán.

Víbora [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora