Capítulo 51

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Scarlett

Me dolía el cuerpo.

Mi cabeza iba a estallar, el vómito amenazaba con subir por mi garganta y ser expulsado de mi estómago. Alcé la cabeza, muy despacio, y el latigazo de dolor que me azotó la columna fue horroroso. Abrí los ojos de a poco, la luz era escasa y un aroma pestilente impregnaba el ambiente. Un sonido metálico me sacó por completo de la ensoñación, despertándome por fin.

Estaba encadenada a una silla.

Me habían quitado la chaqueta, los zapatos y, debido al escrutinio, no tengo ninguna de mis armas. Las cadenas me cruzaban por el pecho, por lo que me era difícil respirar. Me costó adaptar la vista a la oscuridad que nos empapaba. Las paredes estaban en mal estado, con rastros de moho en los rincones. La pintura permanecía desgastada, el techo tenía goteras y las ventanas poseían rastros de polvo.

Me moví, provocando otros sonidos de las cadenas. Y, un segundo después, capté una especie de alarido ahogado. Pestañeé, indagué en la estancia y hallé a Alena del otro lado. La morena seguía desnuda, con zonas rojas en su cuerpo. Había rastros de sangre, moretones en su rostro y cortes en sus brazos. Abrió los ojos de par en par y parecía querer hablar. La mordaza en su boca se lo impedía.

—Maldita sea —me sacudí de golpe, sin lograr nada.

No soy tan fuerte como para romper cadenas.

—No vas a lograr nada.

Reconocí la voz al instante. Vi por sobre mi hombro, e identifiqué a Alexei. Vestía con... lo que quedaba de su traje gris, que estaba sucio y roto. Tenía moretones y golpes. Sangre le cubría la camisa, y parecía herido y cansado. Estaba encadenado a la pared. Lancé un suspiro de alivio. Ambos estaban bien. Bueno, dentro de lo que cabe.

—¿Alguna idea de dónde estamos? —increpé, revisando el entorno.

—Ni idea —exhaló con pesadez. Lucía agotado—. Nos han cambiado de sitio unas treinta veces.

—¿Recuerdas qué sucedió?

—Esquivaron toda la puta seguridad de la casa. No sé cómo lo hicieron. Anularon los sistemas, burlaron las tropas y accedieron a las señales. Alena intentó ir al cuarto con armas, sin embargo, ya lo habían neutralizado y estábamos encerrados. Ellos... sabían dónde se ubicaba cada cosa y...

—Bianca robó la información del ordenador de Sky —explico y enfoco a Alena, que se mantiene en silencio escuchando—. Sky, al ser... una de la organización, es su deber saber todo de lo que se hace. Por ende, sabía cada detalle que involucrara a Alek y Nikolla. No estaba en nuestros planes que Bianca se metiera. Supongo que subestimarla fue un error.

—¿Y a ti cómo te atraparon? Llevas un par de horas inconsciente desde que Domenico y Bianca te trajeron. Y... ni hablar de tu muñeca, que es claro que no está en una posición normal.

—Ni siquiera siento mi muñeca —hago el intento de moverla, y siseo al sentir una oleada de dolor golpearme. Bien, me hice bastante daño—. Atacaron los galpones de Nikolla, así que fuimos a revisarlos y recuperar la mercancía. En el último, Domenico le disparó a Zamir y fui detrás de él. En la persecución, un vehículo me impactó y es lo último que recuerdo. No hay más.

—¿El chico está bien?

—Le dispararon en el hombro derecho. No se veía tan mal y Nikolla estaba con él. De seguro no será nada grave —cierro los ojos cuando mareos repentinos vuelven a invadirme, náuseas revolviéndome las tripas—. Carajo, me siento terrible.

—Es normal, supongo. Debió ser un impacto fuerte y más con el golpe que tienes en la cabeza...

—¿Qué tengo qué?

Víbora [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora