Capítulo 11

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Scarlett

Esto era malo.

Muy malo.

Sky le da un golpe a Nate en la cabeza.

—Dijiste que había salido —le recrimina, con verdadera preocupación en sus ojos.

—¡Lo vi! —se excusa él—. Vi su auto salir de la casa.

—¡Pues es claro que viste mal!

Michael estaba pálido, con los ojos hinchados y rojos de tanto llorar. No es extraño. El niño bonito vio todo lo que le hicimos a su padre, nos vio matar a sangre fría y estamos salpicados en sangre. Nos vio hacer nuestro trabajo. Se queda muy quieto en el suelo, pálido, aterrado y temblando de pies a cabeza. Joder.

Sky apunta su arma al rubio, quien cierra los ojos y llora.

—¡¿Qué rayos haces?! —Nate le da un manotazo a la pistola y la manda a volar de las manos de la castaña, que pronto explotará y nos asesinará a todos.

—¡Acabar con esto! —vocifera ella, roja de ira. Hasta las venas de sus brazos se marcan y sus nudillos se mantienen blancos por la fuerza que aplica al cerrarlos.

—¡Daniel dijo que nada de inocentes o sería catalogado como error y nos darían un puto tiro!

—¡Entonces dale una jodida dosis del veneno para que olvide esta mierda!

—¡No podemos! ¡Si Michael olvida lo que pasó estos días, sería sospechoso y Daniel no tardaría dos segundos en relacionarlo todo! ¡Sabría del error, que intentamos esconderlo y que fallamos!

Yo sabía qué hacer.

Fue un plan de último recurso, admito. No lo tenía pensado, y también requerirá de esfuerzo de parte de todos nosotros. Pude ver esa capa débil en los ojos verdes de Michael, esa capa de temor y... supervivencia. El instinto que te ayuda a sobrevivir a cualquier costo. Él poseía ese instinto. Haría lo que sea por mantenerse con vida y sano. No es difícil de manipular, y que él quiera vivir me ayuda. Ya vio lo peor de mi mundo.

¿Qué tan terrible puede ser sumergirlo en él?

—No se hará nada de eso —interrumpo en un volumen alto a los dos gritones. Ambos me enfocan al instante. Yo no aparto la mirada de la del rubio—. Ustedes háganse cargo de los cuerpos y de acabar con Milton. Me encargaré de Michael.

El padre del rubio gimoteaba y rogaba por la vida de su hijo, mas no podía hacer mucho ya que con suerte podía tener los ojos abiertos más de dos segundos. Michael lloró al ver el estado de su padre, casi vomitó por los muertos que permanecían en el suelo y se veía aterrorizado.

—¿Qué harás? —inquiere Nate, tajante.

—Nada especial —me acerco a Michael. Él retrocede por temor y pega su espalda a la pared. Me aproximo aún más, me acuclillo y le dedico una sonrisa ladeada—. Lo lamento por esto.

Y lo noqueo.

—Me lo llevaré, y a otro de los socios —me encojo de hombros, poniéndome de pie—. Lo arreglaré.

No les doy oportunidad de hablar cuando cargo a Michael a mi espalda y salgo de la estancia con él.

🐍

—¿Dónde está? —espeta Nate al entrar a la casa.

—Encadenado en el sótano —contesto en tanto termino de guardar y limpiar lo que usamos el día de hoy en la tortura de los idiotas con los que acabamos. Me aseguro de dejar las armas relucientes, las coloco en sus estuches y me quedo con una, como siempre.

Víbora [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora