Scarlett
—Quiero que le disparen a la zona roja del muñeco —ordena el instructor, señalando los muñecos que permanecen en el fondo y entregándonos un arma a cada uno—. El que falle, tendrá que atenerse a las consecuencias.
Mierda.
Las manos al instante me temblaron, mi cuerpo entero se estremeció y podía sentir mis latidos en los oídos, acelerando el paso y golpeando con fuerza contra mi pecho. Me sentía al borde de un precipicio, sin encontrar donde afirmarme, o un camino para escapar. No puedo hacerlo, no puedo.
El instructor nos formó en una fila y juro que iba a desmayarme. La otra profesora que había miraba desde un lado, analizando y estudiando cada movimiento. Su expresión me intimidaba y más su forma de actuar. ¿Lo peor? Diggle estaba observando la clase desde atrás con Aleksander. Me iban a ver hacer el ridículo otra vez. Mis dedos se negaban siquiera a cerrarse alrededor del arma.
La fila avanzaba y avanzaba, mientras que el miedo palpitaba en mi estómago, el sudor me cubría la frente y el pecho me apretaba. No podía respirar. Las entrañas se me comenzaron a revolver. No puedo hacerlo. Esto... no puedo, no quiero tampoco. Esta no la vida que quiero, no es lo que deseo hacer el resto de mi existencia. No soy así.
—Adelante, mocosa —y había llegado mi turno.
Alcé la mirada, y veía borroso el blanco al que debía darle. Mi mente me jugaba malas pasadas, porque no veía un muñeco, sino una persona amarrada que lloraba al saber que una bala atravesaría su pecho. Yo sería quien disparara, quien acabara con su vida cuando él no me hizo nada. ¿Por qué? ¿por qué yo? Quizá no era un humano ahora. Lo sería algún día si mejoraba o si aceptaba este destino.
—¿Necesitas que te lo repita? —el instructor me dio un golpe en la cabeza, no muy fuerte—. Dispara.
No puedo, no puedo.
Por los temblores, el arma se me cayó de la mano y el suelo la recibió. Las risas de mis compañeros retumbaban en mi cabeza, o más bien en el entorno. Se estaban riendo otra vez. Me mordí el labio para evitar llorar. No quería humillarme más. Ellos me piden que dispare, que use un arma que algún día hará daño y será por culpa mía. No puedo disparar, sabiendo que es el primer paso para convertirme en una asesina. No quiero dañar, no quiero esto.
Un puñetazo me dio vuelta el rostro y caí al suelo. Más risas, más vergüenza, más humillación.
—Las órdenes se dan una sola vez, niña —la maestra, que se había mantenido en silencio, empuña mi cabello, me lo jala y me escupe, viéndome con desdén y asco. Me golpea la cabeza contra el suelo y gotas de sangre ensucian la madera—. Debes aprender a obedecer.
Y sí, me dieron una paliza como castigo.
Al despertar de la inconsciencia en la que me dejaron por tantos golpes, me encontraba en una cama y todo el cuerpo me dolía. Sentía que la cabeza me iba a explotar, moverme era una tortura y respirar me costaba. Vendas cubrían gran parte de mi anatomía y ya estaba familiarizada con el dolor de un hueso roto, puesto que mi tobillo fue el afectado.
Mis ojos se nublaron en lágrimas, el corazón me dolió y deseé desaparecer de la faz de la tierra. Total, a nadie le importaba si vivía o no. A Sky y Nate les iría mejor sin mí retrasándolos. Sería un peso menos para los instructores. Soy un cero a la izquierda.
—Despertaste —me sobresalto ante la voz de Alek.
Con dificultad, giro el cuello y lo veo acercándose con vendas, algodón, una que otra pomada y otros implementos para curaciones. Se sentó a un lado en la cama de la enfermería y me tragué el nudo que había en mi garganta.
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Víbora [+18]
ActionTRILOGÍA SERPIENTE #1 (Libro I finalizado) "Mi cascarón se ha roto, suelto veneno por doquier y asfixio sin piedad. Soy una serpiente. No por nada me llaman Víbora" Scarlett Knight, una mercenaria entrenada por una organización de asesinos, se encu...