Capítulo 40

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Scarlett

Caminé junto a Aleksander por la bodega donde Nikolai trajo a los atacantes que le hicieron la emboscada hace horas.

Un aroma pestilente se percibía en el lugar, la humedad era notable en algunos rincones y estaba un poco oscuro. La estancia principal estaba vacía por completo, y supuse que la fiesta se hallaba detrás de las grandes puertas corredizas de lata del fondo. A medida que avanzábamos, pude distinguir gritos, jadeos, latidos de corazón y gimoteos de dolor. Era obvio que se iban a ensañar con ellos, puesto que asesinaron a parte de su gente.

Por suerte, Alexei está bien y en recuperación. Lo dejamos en el hospital, dado que no es hora de sacarlo, y Alek envió a una tropa de voyevikis a resguardar el lugar, además de algunos infiltrados en el interior, para cuidar que nadie inadecuado entre a la habitación de su padre. Aleksander, a pesar de mostrarse fuerte, sé que tiene temor a lo que le pueda pasar a su progenitor, y por eso me mantenía cerca.

Siendo sincera, no me esperaba para nada el relato que me contó acerca del reencuentro entre él y su padre. Si bien tenía claro que Viktor Vólkov no era un ángel o una persona decente, no creí que llegaría tan lejos solo para vengarse de su hermano. Tuvo sangre fría para asesinar a sus propios padres, acabó con la madre de Alek y envió a su hermano a la cárcel, alejándolo 24 años de su hijo. Cada vez entendía más el odio de Alek contra la organización y sus integrantes.

Y yo seguía sin comprender por qué me muestro tan dispuesta a obedecer a la organización en todo. Aleksander me estaba mostrando en la cara que los líderes son unas personas horribles, que lo que hacen es espantoso y que van a intentar controlarme toda la vida. Y, pese a que sus razones eran válidas, no lograba... considerar la posibilidad de dejar atrás a la institución y... quedarme en la Bratva. No podía. Algo dentro de mí se negaba por completo a traicionar de esa forma a las personas que me cuidaron y criaron por... toda la vida.

No... conozco nada más que eso. Me han manipulado por años para tenerme de este modo. Y es asombrosa la forma en que la sola idea de pensar dejarlos me causa dolor. Debo añadir el asunto de mis hermanos. Si yo decido dejar a la organización, a ellos los van a matar o los usarán para traerme devuelta y acabar asesinándonos a los tres. Ese era otro punto. No estoy sola. Mis acciones repercuten en ellos. ¿Y si ellos no quieren dejar la institución?

No lo sé. No... puedo asimilar que los hombres a los que les sirvo son unos bastardos hijos de puta. Toda la vida... me han enseñado a idolatrarlos, a confiar en ellos y cumplir cada orden que me pidan. Durante 19 años ellos son todo lo que he conocido, y no pueden esperar que en un par de meses deje todo lo que sé atrás. Me cuesta tratar el tema. Sin embargo, deberé tomar una decisión pronto. Corro más peligro jugando a los dos bandos que eligiendo alguno.

Alek abrió las grandes puertas, y dejó ver la carnicería que se escondía detrás.

Los hombres de Alek torturan a los tipos sin pudor alguno. A unos los tienen atados a sillas, otros a la pared y otros encadenados. Los golpean, descuartizan, queman, o usan raros artefactos para ejercerles dolor. El aroma a sangre se expande por el cuarto, la putrefacción es bastante y mis tacones se ensucian con el líquido rojo espeso que hay en el suelo.

Rayos, eran nuevos estos zapatos.

Aleksander voltea a verme, y me observa fijo.

—¿Esperas que me salgan alas, que me ponga a llorar o qué? —increpo, cruzándome de brazos.

—Antes lo hacías.

—Han pasado dos años, Alek. Y te garantizo que he hecho cosas peores que estas a la hora de torturar —palmeo su hombro—. Vamos, no tenemos toda la noche.

Víbora [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora