Víbora [+18]

Capítulo 19

Un año después...

Múnich, Alemania.

Scarlett

—Y ella creyó que era una broma —ríe Nate a través del teléfono.

Mis carcajadas se acompasan a las suyas en tanto acabo de maquillarme.

—Entonces accediste bien a tu misión —resuelvo a medida que aplico el labial oscuro por mis labios.

—Sí, bastante bien. ¿Y cómo va la tuya?

—Perfecto —sonrío frente al espejo—. En unos minutos debo salir a escena y, posterior a eso, intentaré entrar a la oficina del jefe. Tengo que abrir la caja fuerte con la clave que robé hace unos días y dentro está el collar que busco. Confió rápido en mí. Si logro conseguir la joya hoy, mañana me marcho y me junto con el cliente en... dónde quedamos de llevar al intercambio.

—Genial... —hace una breve pausa—. ¿Y dónde estás?

—Buen intento, hermano. No te lo voy a decir.

—Oh, vamos —reclama—. No te veo hace un año y nunca me dices dónde vas a estar.

—Paciencia, Nate. Ya resolveré las cosas —mi humor decae un poco ante el recuerdo de la última vez que vi a mis hermanos.

—Como sea —refunfuña, y por un momento creo que se va a enojar. No es lo que sucede—. Por cierto, ¿supiste las buenas nuevas?

—No...

—La tríada de Megan desapareció —capto movimiento al otro lado—. Partieron a una misión, y desaparecieron sin dejar rastro alguno, ni siquiera se sabe si llegaron al país que debían ir. No se sabe nada. No hay ni una sola pista.

Me detengo en seco.

—De seguro fue él.

—¿Eso crees? No es el estilo de Alek secuestrar a los miembros de la organización. En general, los asesina sin más y deja los cuerpos para evidenciar el hecho de que es mejor que los líderes.

—Tal vez quiere divertirse.

—Uhm... quizá ya están muertos.

—Es lo más probable —me pongo de pie, observando mi apariencia en el espejo—. ¿Has hablado con Sky?

—Iba a llamarla. La cosa es que en China debe ser de madrugada y no quiero despertarla. A diferencia de ti, ella sí me cuenta las cosas.

—Si ese es tu intento de hacerme sentir mal, no funciona.

—Joder, se me olvida que tengo dos cubos de hielo como hermanas.

En ese momento, escucho dos toques en la puerta.

—Debo irme —susurro a Nate—. Te llamo más tarde.

—Bien, ten cuidado.

—Igual tú.

Cuelgo la llamada y me apresuro a dejar el teléfono en silencio y esconderlo en la parte de atrás del espejo, sujetándolo con cinta adhesiva. Regreso a la silla, finjo que me maquillo y entro en el papel que se supone debo llevar en la misión.

—Adelante —expongo, con un tono alegre y afable.

La puerta se abre, dejándome ver a Brant.

Brant es un hombre alto, un tanto rechoncho y viste de manera casual. Posee un cabello dorado liso que amarra en una coleta detrás de su cabeza, ojos claros caídos y labios finos. Montones de anillos invaden sus dedos y su piel blanquecina tiene cicatrices leves. Es dueño de una personalidad juguetona y seria al mismo tiempo.