Capítulo 35

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Scarlett

Y aquí estábamos.

Aleksander, Alexei, Domenico y Angelo se asesinaban con la mirada; Bianca estaba emocionada, y mis hermanos y yo veíamos cada suceso con suma concentración. Era... extraña la forma en que, pese a que se puede sentir en el aire que todos se odian a muerte, se esfuerzan en no demostrarlo y no hacerlo notar a las otras personas bajo una capa de falsa simpatía y amabilidad. Cada una de las palabras que salían de sus bocas contenían ápices diferentes al que pretendían mostrar, como burla, diversión e hipocresía.

Nada era como lo hacían parecer.

—¿Disfrutan la fiesta? —inquiere Bianca ante el repentino silencio, una sonrisa alegre tirando de sus labios.

—Sí —Angelo serpentea su brazo por los hombros de su hija, y la expresión que hace dice lo contrario—. Te quedó bastante bien la decoración. ¿Fue muy costosa?

—No demasiado. Aleksander pagó todo.

Domenico palmeó la espalda de Alek, soltando una risa seca.

—Ten cuidado, amigo. Mi hermana puede acabarte los fondos en tres segundos si le dejas la tarjeta con tanta libertad.

—No me preocupo —el ruso se muestra indiferente—. Son lujos que puedo permitirme.

Si es millonario el cabrón.

—Por cierto, te ves hermosa, cariño —el padre deposita un casto beso en la sien de Bianca, y ella suspira como si no pudiera con tanta felicidad. No sé si finge. No luce muy enterada de lo que en verdad ocurre entre cada uno de estos tipos. ¿Creerá que esto es una alianza nada más, y que van a aceptar comer en familia como si se conocieran de toda la vida? Ja, sería divertido de ver.

—Hay muchas señoritas hermosas hoy —Domenico me guiña un ojo y le da un sorbo a la copa. El comentario hace que Nate se tense, y Alek apriete los puños hasta que sus nudillos se tornan blancos.

Ese tipo me da tanta mala espina. Hay algo en él que no me gusta nada, y no sé si son intuiciones mías. Tiene esa aura de arrogancia y narcisismo que destaca en cada gesto que hace, actúa como si lo que él hiciera fuera digno de admirar y contemplar. Tal vez es eso, o la forma en que me observa como si fuera un pedazo de carne que devorar.

La luz baja su intensidad de pronto, las personas guardan silencio y notamos que muchas parejas salen a bailar, la banda tocando una canción lenta y envolvente. Bianca da brincos como niña pequeña, y jala a Alek a la pista. Sky le murmura algo a Nate, y cuando él está a punto de dirigirse a mí, Domenico se le adelanta.

—¿Me permites esta pieza, Scarlett? —me ofrece su mano, y la mirada que me da Alexei me exige que niegue la propuesta. Sin embargo, percibo malas vibras de Domenico y no podré descubrir si esconde algo si me alejo por completo de él. Siempre corro hacia el peligro sin importar que tan grande sea, y necesito saber que ese italiano no es tan malo como creo.

—Claro.

Dejo la copa sobre la mesa y tomo su mano. Su tacto es frío, áspero. Me lleva a través de la pista hasta posicionarnos en un espacio vacío suficiente para nosotros. Sin delicadeza, su mano se posa en mi cintura, un agarre fuerte que me obliga a acercarme. Sitúo las mías en sus hombros, sin llegar a tocar su piel o mostrar indicios de querer acercarme.

—Así que trabajas para Aleksander —cuchichea al tiempo que nos movemos al ritmo de la música.

—No para él, con él —corrijo.

—Bueno, es similar. Debo decir que estoy sorprendido de tus habilidades. Haces un trabajo muy limpio y rápido. Y tu puntería es perfecta a la hora de disparar.

Víbora [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora