Capítulo 21

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Scarlett

—Comenzaron por allá, ¿ves? —señalo una ventana rota en lo alto de la escalera.

—¿Por qué? —masculla Nikolla, con las manos en los bolsillos del pantalón y un humor de mierda. Casi lo golpeo unas cinco veces.

—Los tipos de acá fueron los primeros masacrados —camino hacia los hombres desangrados en el suelo, llenos de agujeros de balas en ellos—. Fue de un punto alto, por la trayectoria y encaje de la bala. Y, además, es el punto más desolado de la bodega. Acabar con ellos era sencillo si se entraba en silencio y se atacaba de un punto complicado de notar —voy al otro extremo de la estancia—. Estos vinieron en segundo lugar —me agacho junto al cuerpo y, sin importarme la sangre, le rompo la camiseta y veo las heridas de bala—. Miren. Los agujeros de estos son... centrados y con pocas irregularidades en el tamaño, lo que significa que fue de más de un metro de distancia.

Sebastian y Zamir me contemplan con interés y curiosidad cuando subo la escalera y me quedo viendo por unos segundos, tratando de trazar el camino que hizo el infiltrado para acabar con cada persona que había en esta bodega.

«Fue así —ellos levantan la cabeza para verme—. Entró por esta ventana, disparó enseguida a los de la derecha, siguió con los de la izquierda y bajó —imito el camino, avanzo unos metros más y vuelvo a mirar otros cuerpos—. Uhm... las heridas de estos son más deformes, o sea que se disparó de más cerca —ladeo la cabeza al examinar los siguientes—. Y a estos los atacaron mano a mano. Hay heridas de pelea en sus rostros y cuellos. ¿Ven esto? —asienten—. La cuchilla fue desplazada por movimiento adrede. Es decir que alguien tuvo que haberlo hecho y solo se podría hacer de cerca. El de acá —me aproximo al fallecido que está cerca de las cajas—, el... asesino tuvo que arrojar la cuchilla para dar en el ojo y con eso lo mantuvo prisionero —me levanto, suspirando—. Y ya los demás son disparos cercanos o lejanos. Tal vez a quemarropa, eso se define con más exámenes y pruebas. Es lo que puedo decirles o determinar por ahora.

Me volteo a verlos y hasta los hombres de Sebastian están boquiabiertos. Vamos, esos detalles se pueden saber con un poco de práctica y lectura. Asesino desde que tengo 17 años. Es lo suficiente como para aprender a diferenciar entre las distancias, tipo de balas, tipos de armas o trayectorias. Aparte, fue una hipótesis. Nada seguro o confirmado.

—Entonces —Nikolla carraspea la garganta, saliendo de su estupor—. ¿Dices que el desconocido solo quería hacer daño?

—Sí. De haber buscado algo o haber querido algo, se notaría. Y me atrevería a decir que ese alguien es inteligente. Evitó cada una de los sistemas de seguridad con mucha delicadeza, y los activó al marcharse —enfoco al Krye con severidad—. Quien quiera que haya sido, quería llamar la atención, quería hacerte saber que está acabando contigo y que va un paso adelante. De hecho, si... revisas los ataques ocurridos desde que esto comenzó hasta hoy, hay... un gran salto.

—Sí —vocifera Zamir, con una sonrisa ladeada—. Pasó de asesinar a un simple capitán a acabar con un clan completo.

—Exacto. Algo ocurrió entre el último ataque y este que lo hizo enojar o, en caso de que sea enviado de la mafia rusa, hizo enojar a los Nóvikov. ¿Has hecho nuevos tratos aquí, has pasado cargamentos o similar?

—No, no —Nikolla adquiere una expresión pensativa—. Los tratos que he hecho partieron hace más de dos meses y se concretarán dentro de unos cuantos más. Las cosas aquí, con referencia al clan, han estado calmadas. Nada nuevo.

—Siendo de ese modo, puede que sea una simple alerta —me encojo de hombros—. En resumen, te odia.

—Vaya, gracias —pone mala cara.

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