Capítulo 18

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Scarlett

"Prométeme que vas a estar bien, que vas a volver.

Lo prometo. Volveré, estaré bien y... seguiremos como siempre. No voy a dejarte solo y te prometí que nada te sucedería mientras estuviera a tu lado, protegiéndote. Vamos a estar bien"

Otra promesa rota, otra promesa que fui incapaz de mantener.

Nate, Sky y yo corríamos lo más rápido posible en dirección a nuestra casa. El helado viento me congelaba el cuerpo, me dolía la punta de la nariz y se creaban pequeñas nubes de vapor al exhalar. Ignoramos la frialdad del ambiente, y seguimos corriendo, alejándonos de la escena del crimen, alejándonos de Michael.

Ya no había nada que hacer para ayudarlo.

Con prisa, Sky abrió la puerta de la casa con las llaves y nos adentramos. El corazón me latía desbocado, cual caballo salvaje, me ardían los pulmones y todavía me picaban los ojos por las lágrimas retenidas. La imagen del cuerpo del rubio no me deja en paz, y menos cuando tengo su sangre en mis manos, literal y figuradamente.

Es culpa mía.

—¿Lo tienes? —cuestiono a Nate, alterada.

—Sí —él, respirando con rapidez y la palidez tomando protagonismo en su rostro, me enseña el teléfono de Michael, y va a la mesa del comedor. En ella, conecta el móvil a su computadora y comienza a escarbar. No comprendo cómo logra mover sus dedos tan rápido con el frío que hace. Yo los tengo congelados, y la verdad no poseo cabeza para mantenerme cuerda—. Borraré tu número del registro de llamadas, me desharé de cualquier pista que te involucre o a nosotros.

—Bien —Sky, con la mente clara, lame sus labios y piensa unos segundos antes de mirarme, la severidad reflejada en esos orbes azules—. Vamos a tu cuarto, y quemamos todo lo que tenga que ver con Michael.

Asentí y fuimos a mi habitación.

Me costaba creer que, hace menos de 24 horas, él y yo habíamos estado durmiendo en esta cama, habíamos follado y le había contado que debía irme a Brasil. No puedo... asimilar lo que ocurre. Me descuidé veinte minutos, y el imbécil atacó con todo. Michael no se lo merecía, no se merecía nada de lo que sucedió. Y es culpa mía. Si no lo hubiera metido en esto, el infiltrado jamás hubiera puesto su atención en él, nunca lo habría visto como un objetivo.

Arrastré al rubio a esto.

Lo llevé a la muerte.

Con esos pensamientos dándome vueltas en la cabeza, busqué la ropa de Michael que se quedó aquí desde que esto comenzó. Por suerte, no es demasiada y los artículos personales tampoco. Sky los guarda en una bolsa y juntas bajamos al sótano. Lo arrojamos dentro de un balde, y le prendemos fuego.

—Sé lo que piensas —habla mi hermana, con un tono ausente y su mirada clavada en las feroces llamas—. Tú no jalaste el gatillo, no le cortaste el cuello ni le colocaste la soga. No fuiste tú.

—Nadie habría hecho eso si no lo hubiera metido en esto —refuto, con la culpa comiéndome desde dentro. Me atormentará por siempre—. Él no tuvo culpa de nada. Me querían a mí, y lo quitaron como si no valiera nada.

—Sabes cómo son las cosas, Scarlett. Hiciste lo necesario para sobrevivir, para mantenernos a salvo, y lo lograste.

—Y de paso le arrebaté la vida a un chico que no tenía nada que ver en esto. No asesinamos inocentes, Michael era uno.

—¿Desde cuándo importan las consecuencias de sobrevivir? —tensa la mandíbula y hunde las cejas, como si no me reconociera—. Siempre hemos tenido claro lo que conlleva nuestro mundo. Hemos dejado destrucción y caos a nuestro paso y jamás te ha atormentado. ¿Por qué ahora sí? ¿lo amabas?

Víbora [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora