Vigilantes y sombras

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El sol brillaba en lo alto del cielo cuando ella se encontraba trabajando en su despacho, como era común cada día de su vida.

Su oficina estaba en completo silencio. Lo único que se oía era el repiqueteo de sus dedos contra las teclas del ordenador en el que organizaba sus asuntos. Lo demás estaba controlado, ya que cada uno de sus empleados hacía lo correspondiente. Por ende, tenía vía libre para terminar lo que la acomplejaba y marcharse a casa.

Sin embargo, pese a que lucía por completo sumida en su trabajo y no despegaba la mirada de la pantalla, sus pensamientos no estaban ni cerca de la acción que cumplía. No, ella tenía mil cosas que pensar. Era una mujer con diversos problemas, aunque no lo notaran a simple vista. Bueno, así debía ser. Por fuera, mostraba una faceta calmada, fría y calculadora. Una vida perfecta llena de lujos y dinero. Por dentro, demonios la atormentaban día y noche, recordándole su pasado, sus pecados y lo que tuvo que hacer para mantenerlos ocultos.

Escondía enormes secretos, y uno sobresalía de entre el resto. Uno que ni siquiera su acompañante de vida sabía. Y de ese modo tenía que seguir. O todo lo que había construido por años se iría a la basura por un error. No, ella jamás le llamaría error. Nunca diría que eso fue una equivocación ni un desliz. Era mucho más que eso.

En ese instante, su teléfono vibró sobre su escritorio e hizo sus cientos de pensamientos a un lado para centrarse en la llamada. Qué extraño. No suele recibir llamadas de números desconocidos. Eso encendió una alerta en ella y, dudosa, respondió.

—Diga —exigió, volviendo a usar su tono frío y mordaz.

El tipo de la llamada dijo su nombre, y enseguida reconoció la voz, relajando sus hombros.

—Asumo que me llamas para ponerme al corriente del asunto —se echó hacia atrás, retomando la compostura y adoptando el papel que debe jugar.

—Sí, justo para eso.

—Entonces dime, ¿todo va bien con ella?

—Bastante —la voz soltó una risa baja que no acabó de agradarle—. La he vigilado bien. Todo marcha según lo planeado, la mujer no muestra indicios de un mal comportamiento y sus acciones son correctas. Nada fuera de lugar.

Suspiró. Un peso menos encima.

—Eso es bueno —se mantuvo en silencio unos cortos segundos, escuchando la respiración del hombre al otro lado de la línea—. ¿Seguro que nada se te he ha escapado?

—Sí. En caso de que lo haya hecho, estaré enterado de cualquier secreto en menos de dos días. La tengo bajo mira, y el plan continúa su curso.

—Bien, que siga así y mantenme informada.

—Por supuesto.

Esa simple llamada le devolvió una gran parte de la paz que había perdido. Necesitaba que esa parte del plan siguiera su curso, y que la sujeto en cuestión no se descarrilara o alterara. Por eso lo había mandado a él a seguirla. Sabía que tenía que tener una máxima sutilidad con el asunto y escoger a alguien que no fallara.

La mujer, más calmada, iba a dejar su móvil otra vez en el escritorio, mas vibró de nuevo. Se le puso la piel de gallina al leer al autor de la llamada. La poca paz que había tenido por, al menos dos minutos, se había esfumado. Cada músculo de su cuerpo adquirió rigidez, y trató de respirar para no mostrar su nerviosismo.

O eso la enviaría directo a la tumba.

Haciendo acopio de las pocas fuerzas que le quedaban, respondió y luchó para que su tono fuera estable.

—¿Cómo van las cosas? —increpó la persona del otro lado.

—Bien. Acabo de recibir un informe sobre el tema y me dicen que todo marcha según lo planeado. El sujeto no sospecha nada, sigue su curso con el propósito y tampoco se sale de las vías previstas... —recordó lo que la persona le había pedido la vez pasada, y se reprendió a sí misma por no recordarlo antes. No le quedó más que inventar y esperar que se lo creyera—. Su salud va perfecta, su rendimiento también y sus pensamientos se encaminan a donde nosotros digamos. No presentamos ningún problema.

—Eso espero —el corto silencio que hubo le provocó cierta inquietud—. Ojalá siga así, porque esto solo se da gracias a que yo lo digo y lo permito. Debe seguir una línea, y no salirse jamás de ella o estará en problemas. Es la única razón por la que permito que haga esto, o ya la habría educado yo misma.

Sabía que era cierto. Ella conocía personas malas, había oído de ellas en la radio o en las noticias. No obstante, nadie se comparaba a la persona con la que estaba hablando. Poseía un nivel de maldad y crueldad que pocas veces vio, y eso le avisó en el primer segundo que las cosas serían complicadas en tanto estuviera presente durante el desarrollo.

Hacía lo que pedía, puesto que era consciente de lo que era capaz de hacer, y no le convenía nadar en contra de la corriente.

Era una mujer peligrosa, muy peligrosa.

—Eso era todo —exhala con dramatismo—. Cuídenla, y que no se salga de sus cabales.

—Así será.

La llamada había durado menos de cinco minutos, pero ella lo había sentido eterno y casi se quedó dormida de la relajación que estaba sintiendo. Lo tenía todo bajo control, eso era lo mejor para ella y para la situación. En tanto las cosas siguieran ese curso, lo tendría asegurado.

Nadie podía saberlo, que la chica era la clave para el éxito. 

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Ya los veo preguntándose qué es esto y quiénes son los que aparecen... Lástima que no les diré nada. Lo dejo a su imaginación y teorías. ¡Suerte!

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En fin, nos leemos pronto. Los amo, y gracias por leerme o comentar. Todo se valora muchísimo.

Besitos amargados <3

Víbora [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora