Capítulo 24

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Scarlett

Esto no puede ser cierto.

Yo no... no puedo respirar o moverme. Mi cuerpo se ha quedado congelado, mi corazón se detiene y el aire se niega a ingresar por mis pulmones. Las manos me comienzan a temblar, el mundo se ralentiza en el alrededor al tiempo que... no creo lo que veo. Mis entrañas acaban de revolverse en el momento en que enfoco esos orbes oliva en lo que tantas veces me perdí.

En los originales.

Aleksander Vólkov me apunta con su revólver, y esa expresión triunfante y satisfecha me hace enfurecer. De igual manera, un calor en el pecho se me expande y... me dan ganas de llorar. Lo creí muerto, lloré por él por un año completo y... fue horrible esa época. Luego me enteré de la verdad, y pasé... doce meses en tranquilidad, haciendo lo mío y ganándome la vida como me enseñaron a hacerlo. Y aparece este imbécil como si fuera... un juego.

Fui su puto conejillo de indias.

Las venas me arden en llamas, oleadas de ira y rabia me atacan hasta el fondo del corazón. Tengo la mente en blanco. Bueno, más bien con millones de interrogantes sin respuesta que he formulado a lo largo del tiempo y se hacen presente en este momento. No recuerdo dónde estoy, qué vine a hacer o... qué se supone que me pasa.

Él... luce como siempre y, al mismo tiempo, todo es diferente. Su cabello va un tanto más corto, esas hebras negras en las que tantas veces enredé los dedos. Sus ojos me miran expectantes y complacidos. Su... postura firme y perfecta que siempre le halagaban. Lo que sí, trae... más tatuajes. Antes tenía solo en la zona del pecho, y ahora se han extendido a sus brazos, el dorso de sus manos, parte del cuello y presiento que en la espalda continúan.

Mierda, mierda.

Mi razón se fue de vacaciones, la consciencia se esfumó y estoy petrificada. ¿Qué se supone que haga y... qué demonios está sucediendo? ¿qué hace él aquí y qué significa esto? Estoy muy desorientada, y que haga acto de presencia empeora mi estado. Por mi mente... pasan todos los momentos desde que lo creí muerto y... fue un infierno. Él se largó. ¿Peor aún? Me vio desmoronarme y no hizo nada.

Fue un espectador en mi show patético.

Estoy... furiosa.

Alek esboza una pequeña sonrisa y vuelve a hablar.

—Vamos. Baja el arma, Scarlett —esa voz... esa puta voz.

—Tú primero —ordeno con la poca seguridad y estabilidad que me quedaban.

Me hace caso, dejando el revólver sobre la mesa y colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón. Con dedos temblorosos, hago lo mismo, solo que la dejo en el cinturón y no la entrego. ¿Y qué más? Me quedo viéndolo. ¿En verdad esto es real o... tal vez una pesadilla? ¡Joder! Necesito aire o... voy a enloquecer.

—¡Scarlett!

Nate y Sky entran, y quedan igual que yo al ver al hombre que... permanece frente a nosotros con una calma espeluznante. Dios, estoy tan jodida.

—Nate, Sky —el ruso hace un asentimiento de cabeza a cada uno a modo de saludo—. Qué gusto verlos de nuevo.

—Lástima no poder decir lo mismo, Vólkov —ladra Nate, con la ira centelleando en sus ojos, los nudillos blancos de la furia y las facciones... contorsionadas en enojo.

—Joder, ¿qué haces aquí? —brama Sky, con el ceño fruncido y la mandíbula tensa.

Vale, los tres estamos... molestos.

—Estoy en mi casa —plantea él, con toda la naturalidad—. Vivo aquí. Por ende..., tengo permiso de estar entre estas paredes, ¿no?

—Sabes a lo que nos referimos. Y no juegues con nosotros que estoy a nada de clavarte la cuchilla en el ojo.

Víbora [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora