—Kakashi...
—¿Mhm?
—N-no me... mmmmm...mires así... yo...mmmmm
Una sonrisa perversa le acompañó la mirada encendida con la cual le recorría el cuerpo desnudo, con la cual le devoraba los pliegues brillosos e hinchados que se abrían bajo el diestro toque de sus dedos.
Sakura temblaba, le era imposible no hacerlo. Se estremecía cada vez que él cambiaba el ángulo o aumentaba la intensidad de los calientes movimientos de los dedos sobre su sensible carne. La sangre le hervía, su libido enloquecía ante ese hombre y lo que le hacía sentir, esa mezcla de goce embriagante con la pena acongojante dada la posición en la que la tenía prácticamente inmovilizada, a merced de cada uno de los caprichos del varón y de su mirada.
Recostada en el sillón frente a la chimenea a leña, iluminada por la cálida luz crepitante de los troncos ardiendo en el hogar, sus pechos se agitaban con la respiración acelerada por la intensa sesión de masturbación que, con maestría, el peliplata arrodillado frente a ella le brindaba, mientras le sostenía la pierna libre alzada sobre el respaldar del mueble para que no pudiera entorpecer su privilegiada vista.
Abierta completamente ante él, atada de manos tras su espalda, el peso de su delgado cuerpo estiraba los hombros obligándole a subir el pecho descubriendo el largo y suave cuello. Sus redondos senos quedaban hacia arriba, con los pezones erectos que cada tanto sucumbían endureciéndose más ante los lametazos y mordidas repentinas que le brindaba Kakashi, robándole gritos de placer.
La otra pierna atada al muslo, gemelos contra isquio juntos, apretados; con tensión en cada soga que marcaba la dulce piel, se rozaba contra los suaves cojines cada vez que la pelirrosa pujaba inconscientemente sus caderas hacia arriba en busca de la penetración, ofreciendo necesitada su lubricada entrada a los largos dedos que se escapaban de ese deseo.
Y Kakashi no hacía más que carcajear gustoso por lo bajo al notar la desesperación de su niña rosa, regodeándose con placer ante la lasciva imagen que ella le brindaba, que se cohíbia ni bien advertía su dura mirada disfrutándola. Tan apocada al mostrarse pero rindiéndose a la lujuria pura que chorreaba en placer bajo la correcta estimulación de su toque. Le fascinaba esa dualidad, ya que sabía que cuando llegaba al punto exacto de placer, las barreras de la decencia simplemente se desvanecían dándole paso a la impaciente exigencia del hambre.
Siempre le pedía más, le pedía que la profanara, que la hiciera gozar llenándola de él. Y no se lo negaba, nunca, pero esa noche el amo tenía el dominio de sus intenciones sin la necesidad de más que el mero control de no ir más allá que lo explorado durante la lectura. Y no se iba a negar a ese placer, al placer de someterla a como le gustaba, al placer de jugar con ella como tantas veces lo había fantaseado.
—Kakashi...mmmm.
—¿Kakashi?
Ella tragó duro.
—Se-sensei... no me m-mires...a-así...
—¿Que no te mire? Tu no das las órdenes aquí, Sakura.
—M-me ...me da ver-
—Shhhh — e intensificó el movimiento de los dedos al notar como los muslos se le tensaron de repente.
El orgasmo estaba cerca.
Se sonrió inclinándose una vez más hacia ella, sin que la joven lo notara al tener los ojos cerrados en placer, y le tomó un pezón con los labios lamiéndolo intensamente. Ella gimió arqueando su espalda, y pujó sus caderas hacia arriba buscando una vez más la penetración que le sería negada nuevamente.
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La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]
RomanceDesde que Sakura se convirtiera en su alumna, nunca le fue indiferente. Había algo distinto en ella que lo cautivaba y que lo llevó a bregar por su bienestar toda la vida. Hasta que un suceso lo obligó a utilizar otras formas menos convencionales d...