Capítulo 53

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Se retiraron de la habitación privada del exótico restaurante, ni bien ella le dijera que sí a la exigente propuesta del varón. Hubo recelo en aquella afirmación, uno que denotaba la ansiedad ante lo desconocido, pero fue tan sincera la mirada con la que lo contemplaba, tímida al hablar, tan firme en su determinación; que Seiyi no dudó ni por un segundo de esa respuesta, la que lo tuvo ansiando con vehemencia la llegada del momento que lo habilitaría a tomarla de sus formas, que necesitó echar mano de toda la voluntad en su ser para contenerse. Nunca nadie, ni una de sus más masoquistas esclavas, lo habían dejado en tal estado apenas con una promesa.

Sólo mediaron algunos besos cargados y demandantes, antes de abandonar el recinto. Una caricia pesada que no buscaba sexo, sino que marcaba una posesión que no dejaba de ser casta en la mano de quien la brindaba.

Casi no hablaron durante el trayecto desde el restaurante situado apenas a los límites del borde superior de Konoha, hasta su casa. Seiyi miraba a la carretera nocturna conduciendo el deportivo negro elegido, porque ahora sus salidas no tenían a otras personas en medio, eran solo ellos dos tal como se lo pidiera Sakura. El ceño lo tenía contraído, quizás demasiado concentrado, solo aquella respiración pesada que de tanto en tanto acomodaba carraspeando, se convertía en la notable evidencia de que en realidad eran otros los pensamientos que lo asolaban.

Sakura no sentía menos, solo que había más ansiedad que otra cosa en su cuerpo, aunque la excitación que hiciera mella en su centro ya la tenía empapada. No entendía porque, pero cuando ese aura dura que lo volvía distante pero a la vez tan en sus manos, lo tomaba, se tornaba para su líbido en un ser irresistible. Y esa noche, todo aquello se exacerbaba con creces por la culpa de su indiscreción.

Lo miraba de reojo apretando las manos sobre la falda, impaciente y molesta, jalando de ella de vez en cuando para acomodarla, queriendo preguntar o hablar, pero no le salían las palabras.

Se estacionaron frente al departamento de la chica minutos después. Seiyi le abrió la puerta luego de bajarse, sin mirarla. Con esa dura seriedad bañándole el rostro, le tomó de la mano para ayudarla, los tacones que vestía elegantes eran altos y el auto bajo, lo que le dificultaba la tarea sino quería mostrar ninguna de sus partes.

Le envolvió los hombros con el suave abrigo ni bien esta estuvo afuera, y cerró la puerta después, empujándola suavemente por la espalda cuando estuvieran listos para que comenzaran a caminar. No le dijo nada, no la miró, sólo la acompañó a su lado hasta llegar al pórtico donde se detuvo, esperando que ella subiera los cortos escalones que la dejaban frente a su puerta.

Lo observó nerviosamente de reojo, ahora el reparaba en ella aunque no le buscaba los ojos. Sakura apretó los labios con una leve mueca de preocupación mientras urgaba lentamente en su bolso para dar con las llaves y al fin abrir. No quería que la noche terminara, no así, y fue aferrarse a esa llave en la última vuelta, para permitirse suspirar y tomar el coraje que necesitaba.

Volteó a él cuándo la puerta cedió, y ahora sí se fijó en él esperándolo, sonriéndole tímida cuando este al fin hiciera contacto.

—Bueno —balbuceó nerviosa— ... es tarde y... no sé... me preguntaba si...si querrías... no sé...

—¿Quieres que entre contigo?

Asintió varias veces sonrojándose.

—¿Vas a invitarme un café?

Ella negó estirando la mano que le tomó la punta del saco. Seiyi miró hacia esos temblorosos dedos acercando un paso a ella al subir un escalón, antes de volver a esos preciosos ojos.

—¿Quieres que me quede?

Respiró hondo ahora.

—Quiero que te quedes —los labios se le humedecieron por la lengua que los rosó—. Toda la noche.

La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora