Capítulo 59

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Sakura se mordía el labio inferior, envuelta en el enorme albornoz blanco de Seiyi.

Le observaba colocarse los bóxer negros mientras pretendía oír la explicación que, con entusiasmo, él le brindaba en respuesta a la pregunta de cómo le estaba yendo con el nuevo contrato que le había comentado esa mañana. Y no era que no le interesaba, sólo que la vista le había ganado por completo a cualquiera de sus palabras.

Cómodamente sentada sobre la mesa en el vestidor, las manos se cerraban apretando el borde, al detallar como cada fibra de ese musculado cuerpo se contraía ante los movimientos del varón. Y ahora se recorría la cintura con los dedos para acomodar el elástico desarmando el doblés que había quedado al subirlo por la piel húmeda, haciendo ella lo mismo con los ojos, deseando que fueran sus propios dedos los que se encargaran de la tarea.

Los tríceps se le contrajeron, en la espalda varios músculos se hincharon, él le hablaba y ahora una carcajada brotaba grave intensificando el espectáculo. Debió ella apretar las piernas cuando el apretó los glúteos al terminar de acomodar la prenda. Tenía esa costumbre, cada vez, y le fascinaba. Era tan guapo de espaldas como de frente, y su belleza aumentaba mientras más le conocía. Aquello no se estancaba en la atracción física.

—Sakura, ¿viste mi reloj? —le preguntó tomando el pantalón desde la percha. Ella no le respondió, tampoco que reparó en que le había pedido algo— No dije nada, aquí está.

—¿Cómo?

—Nada... ¡carajo! Cómo pasa el tiempo.

Ella sólo asintió aunque él se mantuviera de espaladas.

El hombre tenía el tiempo contado. Cuando arribaron a la mansión, tres de sus asesores y el abogado ya lo esperaban en el estudio de la casa, pero fue Sakura más persuasiva cuando le sugirió firmemente una ducha caliente y un cambio de ropas, antes de continuar con sus obligaciones.

La sonrisa que él le dedicó cuando ella se le plantó en frente, con esa mirada de firme demanda, ordenándole obediencia a su doctora personal; fue más que irresistible para ella, acelerando las ganas que la tuvieron todo el día pensando en él.

No aguantó verlo desvestirse para entrar a la ducha. Pronto se le unió, besándole las anchas espaldas al entrar bajo la cálida lluvia de la regadera. Él no tardó en girar reemplazando su piel por los labios en esa dulce boquita.

La joven estaba ansiosa, se notaba el esfuerzo que hacía para medir su excitación y robarle nada más que algunos besos, y él no hacía más que disfrutarla. Le encantaba tenerla en ese estado, su ego y la perversidad que le acompañaba, parecían regodearse ante la sumisión extra que obtendría de aquello, y eran los dedos que le aferraban dolorosamente la carne, los que le indicaban a la fémina que no pasaba desapercibido su deseo.

Y ahora se subía el pantalón, uno de lino gris oscuro, cómodo para su casa en un viernes a la tarde, pero lo suficientemente formal para la reunión que le esperaba. Lo abotonó ciñéndolo a su cintura, marcando aún más la V que su ancha espalda ya de por sí ostentaba.

Le deseaba. Sakura le deseaba en ese instante. Todo el día lo hizo. Sus pensamientos fueron para él en cada momento que algo se lo recordaba. Y la necesidad por su contacto se disparó a las nubes luego del fortuito encuentro con Kakashi, como si las caricias que provinieran desde sus manos le saciaran esa angustia que le había quedado en el pecho.

Seiyi carcajeó nuevamente ante un comentario que hizo, ella no supo bien a que, sólo reparaba en su grave voz, en como la seducía en ese momento. Y fueron sus piernas las que se apretaron nuevamente ante la demanda de su sexo.

Necesitaba follarlo, todo el día lo quiso, pero no quería retrasarlo en su junta. No advirtió el momento en que una de sus manos tomó el mando, pero quizás fue cuando el varón se quitó la toalla de la cabeza y su oscuro cabello le bañó la espalda. Le encantaba eso, el contraste, lo masculino que se veía.

La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora