El aroma sutil a café fue de a poco llamando su atención hacia la conciencia. Aun somnolienta no entendía bien qué sucedía.
Esos aromas, café fuerte de máquina y un toque de vainilla horneada, le encantaban. Le fascinaba despertar de esa forma y eso sucedía cada vez que la vecina aparentemente tenía una alegría con su esposo. Era evidente que esa noche habían estado felices y agradecía la particular forma de gratitud que tenía la metiche señora.
Sonrió con gusto sin abrir los ojos, frotándose contra la mullida almohada en la que reposaba. No recordaba que fuera tan grande y confortable. Y que oliera tan bien.
Aspiró profundamente hundiendo más el rostro en la suave tela. Ese perfume que la impregnaba era delicioso, de notas suaves y especiadas, con un toque de caoba al final pero tan masculino y relajado que terminaba siendo muy sensual, tal y como oliera su sensei.
«Kakashi...»
Su sonrisa se ensanchó al recordarlo. Lo bien que él le hacía sentir con su calma presencia y sus palabras, lo que se esforzaba en busca de su bienestar. No estaba obligado a hacerlo, y aun así él no la abandonaba. Y quizás era eso lo que esa mañana la tenía tan feliz, él y su insistencia, y sus provocaciones.
Había dormido profundamente como no lo hacía desde meses, sintiéndose totalmente descansada. Y extremadamente relajada, como si se hubiera liberado de alguna forma. Feliz era el sentimiento que mejor definía su adormilado estado de ánimo.
Inhaló otra bocanada de ese aire cargado del aroma de su ex sensei. No entendía por qué lo tenía tan impregnado, quizás era su imaginación que lo evocaba una y otra vez, pero no le importaba. Estaba bien así.
Y en ese instante otros sentidos se activaron.
Desde algún punto sonidos agudos, de utensilios chocando, llegaron a ella. Alguien estaba cocinando y no podía ser su vecina quien los provocara. A menos que estuviera en su propia cocina.
«¿Qué mierda?»
Abrió los ojos de repente, y la realidad la golpeó al constatar en donde se encontraba. Y lo recordó todo.
Estaba en la cama de Kakashi.
Había dormido toda la noche en la cama de su ex sensei.
Había dormido con él, junto a él en su cama, luego de...
Se sentó de repente tapándose la boca con ambas manos al recordar escenas de la caliente noche que habían tenido.
Había visto el rostro de Kakashi.
Sus labios, su sonrisa, ese rostro tan simétrico y proporcionado. Como esos ojos oscuros se fijaban en ella mientras una mueca perversa teñía las masculinas facciones con un atractivo irresistible.
El desgraciado era apuesto. ¡Qué decir! Estaba bueno por donde se lo viera y tenía ese brillo de aviesa picardía en la mirada que la hacía temblar, excitándola como nadie. Él era realmente caliente y... ¡lo había visto desnudo!
«¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Por kami! ¿Qué hice?»
Las mejillas se le colorearon profusamente al recordar cómo él le besó la piel, como le mordió tantas partes de su cuerpo y lo que la encendió con tan poco. Esa lengua era el infierno cuando le recorría el cuello. Y esos dedos sobre su intimidad, la incendiaron.
La fuerza con que la sostenía maltratándole deliciosamente las muñecas, su voz grave, oscura, lo exigente que fue con ella provocándole esa furia que elevaba su lascivia de una forma que nunca imaginó sentir... fue todo tan fuerte.
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La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]
RomanceDesde que Sakura se convirtiera en su alumna, nunca le fue indiferente. Había algo distinto en ella que lo cautivaba y que lo llevó a bregar por su bienestar toda la vida. Hasta que un suceso lo obligó a utilizar otras formas menos convencionales d...