—Kakashi... — Shikamaru llamó su atención, asomándose por la puerta de la oficina luego de dar unos breves golpecitos — Son casi las nueve y está todo listo. Me retiro.
Kakashi apenas lo miró levantando levemente la vista desde el informe que le dejará Shizune, antes de retirarse de la reunión.
—¿Cómo dices?
Su seriedad era sepulcral. En ceño contraído sólo la acrecentaba.
Shikamaru suspiró.
—Que si no necesitas nada, me retiro.
—Ah, Ok... hasta mañana — es todo lo que dijo antes de regresar a su lectura.
Y si bien era lo que el Nara esperaba como respuesta, no le gustaba en nada la actitud del peliplata. Desde que ingresaran a esa reunión, el humor del hombre había permutado a uno de mil demonios, que si hubiera resultado insoportable o tal vez tóxico, hubiera ameritado una intervención de su parte para acomodarlo. Pero no fue así. El ceño contraído, el semblante duro e indescifrable, armaron una coraza impenetrable alrededor del hokage que no le permitía ni siquiera tener una idea de qué le sucedía. Menos sus escuetas palabras, que de cansadas pasaron a casi nulas brindándole aún menos información.
Era evidente que en ello tenía que ver Sakura y todo ese despliegue de testosterona que observó, pero no podía estar seguro al cien por ciento, lo que limitaba sus maniobras.
Suspiró pesadamente. No podía simplemente dejarlo pasar.
—Kakashi, ¿estás bien?
El peliplata respiró hondo cerrando los ojos por unos instantes, como si quisiera calmar el temperamento ante la molestia de su secretario.
—Sí. — fue todo lo que le respondió sin siquiera mirarlo.
—Es tarde ya.
—Lo sé. Puedes irte
Shikamaru lo dudó unos segundos hasta que decantó en entrar un par de pasos en la oficina.
—Es tarde para ti también. Y fue un día pesado. Deberías reti-
—Dije que puedes irte, Shikamaru.— lo interrumpió sin levantar la vista, sumido en ese documento que simulaba leer, porque llevaba bastante más de hora y media recorriendo tres míseras páginas sin entender un ápice de lo que se detallaba en ellas, no por la dificultad del texto o sus tecnicismos, sino por su nula concentración.
El muchacho lo observó unos segundos y luego entendió que no lograría nada más que un infructífero enfrentamiento. Y se sentía demasiado cansado para discutir.
—Entiendo. Buenas noches, hokage. — Y se retiró a paso cansado, tal como siempre caminara, hubiera prisa o no.
Kakashi soltó los papeles con molestia y pasó ambas manos por su rostro cuando quedó a solas al fin. Se sentía agotado, abrumado, pero sobre todo molesto. La situación con los insurgentes no era simple y sabía que tenía un conflicto armado en puerta sino lograba desarmarlo antes, pero a pesar de todo, confiaba en los profesionales que estaban en el caso. Hasta en la misma Sakura quien lo sorprendió con sus descubrimientos y su proactividad tan asertiva, cuando quedó en medio de un asunto al que no la quería meter.
En el que no confiaba era en Seiyi cerca de ella, y en esa relación clandestina que, sin significar nada, le molestaba que ella ni siquiera se lo hubiera mencionado. Ni un comentario sobre ese paciente con una herida tan particular. O de que se vio forzada a hacer concesiones en los métodos de curación. Nada. Nada de nada. Como si su intención fuera ocultárselo.
Pero aun queriéndola culpar por su proceder, tampoco eso era lo incorrecto. Ella no tenía por qué, ni se debía a él, para comentarle de su día a día. Si quería hablar, era su decisión. Además, conocía demasiado a su amigo para estar seguro de que había jugado la carta de la misión secreta, de su cargo y función. Ella no podía saltar la decisión de silencio de alguien de ese rango, mientras el agente estuviera en sus competencias y facultades mentales. Todo lo había hecho bien.
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La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]
RomanceDesde que Sakura se convirtiera en su alumna, nunca le fue indiferente. Había algo distinto en ella que lo cautivaba y que lo llevó a bregar por su bienestar toda la vida. Hasta que un suceso lo obligó a utilizar otras formas menos convencionales d...