Capítulo 67

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Seiyi era apuesto.

No podía evitar morderse los labios observándolo tras los cristales mojados del auto al que la había subido minutos atrás.

«Condenadamente apuesto...»

Su piel sensible por aquel éxtasis aun lo necesitaba. No fueron suficientes las caricias que casi si la adoraron recorriéndola cuando, al recobrar el aliento luego de aquel atroz final, se miraran al fin. La feroz entrega que había en esos iris, el reclamo por exclusividad ante el intruso que los observara follando, la devoción que se deshacía en cada aliento. La sensualidad de un nuevo acto que raspaba los límites, que la seducía y la enamoraba si ese pudiera ser el preciso término que definiera aquello que sentía; porque era verle, luego ver a Kakashi, era besarlo y desear más, más de él y de todo, de ese celo encendido, de esa lascivia, de ese sentimiento que contradictorio encontraba el lugar para normalizarse.

Ella le besó al final, él no se lo negó, quizás aquello fue lo más profundo que hicieran antes de que la bajara de la mesa.

Y Kakashi... su nombre, sus ojos afiebrados, enfermos de una lujuria y un celo que lejos de avergonzarla la encendieron aún más, llenándola de aquel descaro que la atrevía. Él estuvo ahí, él la observó y la deseó mientras Seiyi la follaba, incrementando su goce a niveles que jamás creyó posible. Era imposible no buscarlo, era imposible no pensarlo, no repetir ese nombre, uno que susurrara mil veces mientras lo observaba de pie ante ellos. El beso que descaradamente le pidiera hacía instantes, palpitaba sobre sus labios recordándolo vívidamente. Fueron sus dedos los que ahora los acariciaban con tímida castidad, recorriendo lentamente el camino que esos labios transitaron, sintiéndolo de nuevo mientras observaba al Hyuga hablar; porque, que Seiyi la perdonara, pero deseaba a su sensei tanto como lo deseaba a él. Era desvergonzado aquel sentir, casi que si se desconocía, pero no podía evitarlo, como tampoco lo lograba su cuerpo que parecía reclamarlos a ambos.

La intensa llovizna que había recrudecido, golpeaba los cristales reluciendo en los haces de luz que emanaban desde los faros del auto. Le humedecía el pesado cabello y las oscuras ropas. La fina camisa que vestía se le adheriría a la piel resaltando la esbelta musculatura en cada movimiento.

Volteó el rostro hacia ella en ese momento, hablaba con dos Anbus en medio de aquella carretera. El auto estaba en marcha, ella bajo la custodia del chofer, otro Anbu de confianza. No podría advertirla a esa distancia pero no por ello no le causaba la misma sensación que si así hubiera sido, anidando en su centro más ganas de las que ya la humedecían, los muslos resbalaban uno sobre el otro con aquella mezcla de fluidos.

El ceño contraído, ese semblante que no ocultaba la dureza de la molestia que lo tenía alerta. Sus cincelados rasgos embellecían bajo la escasa y focalizada luz. Su musculatura hacía el resto, provocando en ella quizás más que en la primera impresión al conocerle en aquella forzada cita como su paciente.

"Hay una amenaza sobre ti", le dijo cuándo le pidió dulcemente que lo esperara a la salida trasera de la habitación. Luego la cubrió con su sobretodo, acariciando la mejilla al besarla nuevamente cuando la dejó afuera.

Y luego Kakashi, aquella hermosa sorpresa. No lo esperaba pero sabía que no estaría sola por demasiado tiempo. Esos dos hombres se la habían ingeniado durante toda la noche para custodiarla.

Le encantó verle. Le encantó la caricia que le tocó la mejilla, cuando aquellos ojos la contemplaron con un calmo deseo. Amor vio en ellos, o eso pensó. Decidió que era así, sino el beso que le pidiera no hubiera salido desde sus pensamientos. Y ahora, ahora era recordarlos sonriéndole uno, luego el otro bajo la máscara, hablándole en la fiesta, a solas, sus aromas, sus ojos, sus labios sobre ella, tan distintos y tan iguales; para que el deseo por volver a la habitación con sus dos hombres tornara aquel fuerte final, aquel precioso beso, en efímeros, llenándola de una lujuriosa necesidad otra vez.

La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora