Capítulo 3

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Los días pasaron y se transformaron en semanas, dos semanas llenas de trabajo intenso, sin respiro. Datos que analizar, información que verificar, ninjas que reubicar reforzando los distintos puntos de seguridad.

Decisión tras decisión.

Las jornadas se extendieron de las habituales ocho horas diarias a doce, y en ocasiones a más. Para todos, incluido el hokage.

Especialmente el hokage.

Aun así, Kakashi se las arreglaban para escaparse de cuando en cuando y verla.

En algunas oportunidades las circunstancias estaban a su favor, y lograba tener una especie de conversación de un par de minutos con ella. En otras, que para su infortunio habían pasado a ser la mayoría, solo le quedaba observarla desde la distancia o saber de sus movimientos por Seiyi, quien se había ofrecido a ayudarlo cuando lo vio tan angustiado luego de la llegada de Sasuke.

Y si bien todos estaban sobrepasados en sus tareas, Sakura se las había ingeniado para tener ocupado cada minuto de su día, enfocándose más que ninguno en el trabajo y sólo en el trabajo, convirtiendo los escasos momentos de encuentro en casi nulos.

Despertaba admiración entre sus compañeros, y cierta envidia entre los que querían ascender a su puesto, o tan sólo lo pretendían. Y si bien Kakashi estaba orgulloso por su esmero, sabía que esas exigencias autoimpuestas no buscaban un futuro ascenso. Conocía a su pequeña rosada tan profundamente, que estaba al tanto de que toda esa sobrecarga tenía como único objetivo impedirle pensar en lo que se encontraba enfrentando. En mitigar el dolor a fuerza de cansancio, por cada día en que debía revisar y asegurar el bienestar de la mujer y futuro hijo del hombre que amaba, y que le había prometido vagamente amor en algún momento no tan lejano.

A su ya cargada jornada, le había incorporado de todo. Rondas, profundización en sus estudios, nuevas secciones de detalles en los informes, más reuniones con el personal, capacitaciones a los nuevos médicos y la lista seguía. Una lista que en algunas oportunidades Kakashi se había visto obligado a autorizar, sólo al notar el ruego que se colaba de esa mirada enrojecida con la que lo observaba, mientras aguardaba por su firma.

El día de Sakura arrancaba a las cinco de la mañana, con un entrenamiento feroz e innecesario para su capacidad ninja, y terminaba minutos antes de la media noche.

Y él lo sabía porque procuraba estar ahí en cada momento en que su agenda se lo permitía, desde las sombras, ofreciéndole esa compañía a la distancia que era inútil para ella, pero tranquilizaban sus ansias por protegerla.

Aunque observarla, en esta oportunidad, lejos de satisfacerlo lo dejaba profundamente consternado.

El estado general de Sakura había desmejorado notablemente. Cada día que trascurría en esa vorágine de trabajo, sus chispeantes ojos jade se opacaban, se iban apagando junto a ella.

Y era peor cuando salía de la habitación de Karin luego de las revisaciones de rutina, a las que se negó a ceder a otro médico, aun cuando la paciente ya se encontrara fuera del peligro que le llevara a Sasuke a exigir por su atención en exclusiva.

Con la mujer siempre tenía una mirada dulce y calma, trasmitiéndole seguridad en cada palabra, en cada gesto, ignorando con estoicismo la mano con la que Sasuke sostenía a las pálidas de la pelirroja. Ignorando la preocupación con que esos duros ojos negros la miraban en los pasillos, en los momentos en que él demandaba conocer más detalles sobre el estado de salud de su actual compañera.

Como se derrumbaba cuando Sasuke desaparecía al regresar a esa habitación, con esa mujer y su futuro hijo.

Nadie podía llegar a percatarse de cómo sus pasos se arrastraban levemente presurosos e indecisos hasta su consultorio, y como, al cerrar las puertas quedando aislada del mundo, se quitaba el disfraz de profesional impasible y simplemente se desmoronaba. Pedazo a pedazo, su ser se hacía jirones desgarrando su semblante con gruesas lágrimas, que ya ni enrojecían esos hermosos ojos.

La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora