Estaba nerviosa. Las manos le transpiraban aferrándose al borde de la silla de la sala de espera hacia la oficina del hokage. Las rodillas juntas no impedían que un pie repicara insistentemente en el piso, moviéndole ambas piernas. Apenas si era consciente de ello, únicamente lograba reparar en que estaba sola en esa habitación, agradecida de que nadie la viera, porque los ojos clavados en aquella puerta lograban apenas disimular su estado; siendo su imaginación la principal enemiga al presentarle en los pensamientos a Kakashi sentado tras el escritorio, con su mirada pesada, ese aspecto relajado pero a la vez tan consciente, una mera fachada distractora, la atención puesta en todo aunque no se le notara, tan seguro, tan dominante, tan sigma como sólo él podía serlo. Le imaginaba apoyado el codo en el posa brazos, sosteniendo la cabeza entre dos dedos mientras estudiaba cada palabra que le dijeran, armando estrategias, respuestas, análisis, siempre acertados, objetivos, concisos.
Él mantenía una reunión con los empresarios más importantes de la aldea, y se habían demorado teniéndola a Shizune de aquí hacia allá en la búsqueda de documentos y citando a más gente.
"El hokage me dijo que esperes, no se extenderá mucho más", le dijo cuando ya llevaban veinte minutos de demora. Ella simplemente asintió, agradeciendo ese tiempo extra que le permitiera acomodar las sensaciones que la tenían ansiosa.
Porque era saber que pronto estaría a solas con él en aquella oficina, para que el corazón se le desbocara, y era que no existía novedad alguna en aquello, menos para su reciente recuperada amistad; pero era la perversión la que ahora le azuzaba la libido recordándole lo que fueron y tuviera que soltar, la que la llevaba a refugiarse inmediatamente detrás de los celos de Seiyi, buscando la excusa que amedrentara a las ganas, encontrando sólo otra razón para encenderse aún más. Era que ya no se entendía, era que sentía que se estaba metiendo en medio de algo que no sabía cómo definirle, ni cómo manejar, algo caliente que podía salirle terriblemente mal. Y no podía impedirlo, porque más que no poder, quizás era que no quería, que buscaba quemarse, porque el placer que estaba gozando desde que Kakashi volviera, era el mejor que hubiera experimentado en toda su vida; porque se sentía plena, la felicidad que la comenzaba a invadir opacaba a la culpa que le provocaban sus acciones y pensamientos, porque sentía que al final todo en su vida comenzaba a ocupar el lugar que necesitaba, que comenzaba a tener todo lo que alguna vez quiso. Y no lo entendía, no entendía que era eso, si había algo mezquino en ella, o demasiado ambicioso; la única certeza que tenía en ese instante era que temía de sí misma, porque si algo estaba claro en sus pensamientos era que no quería controlar nada ni dejar de vivirlo.
Suspiró enderezando la espalda al inclinarse levemente hacia el frente, y no pudo evitar el respingo que la inmovilizó de inmediato cuando la piel inflamada de su trasero ardió al rosar con la tela de la falda pegada a la silla.
«Maldito...»
Y luego sonrió recordando la mirada dura de Seiyi al verle entrar en su oficina, en esa repentina visita al medio día.
El ceño contraído cuando ella le sonrió pícara en saludo, aquel cabello pesado que rodó sobre uno de sus anchos hombros, al apoyar las espaldas en el respaldar de su asiento, al girar hacia a ella cruzando un pierna sobre la otra, altivo, majestuoso como sólo él podía ser, observándola sin la menor pizca de sorpresa en los rasgos.
La indiferencia con la que le habló al exigirle quitarse las bragas y subirse la falda, luego de indicarle a su secretaria que no quería interrupciones en los próximos cuarenta minutos, la tuvo esforzándose por contener la respiración que se le desbocaba a cada segundo que transcurría viéndole.
—Cuenta — le dijo con voz dura.
La mirada no transmitía nada, fría, dura, esos labios perfectos al modular cada palabra, no demarcaban ningún gesto, indescifrable, y aquella imagen le hacía temblar mordiéndose los labios mientras recostaba su vientre sobre las piernas del varón, el trasero desnudo en alto.
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La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]
RomanceDesde que Sakura se convirtiera en su alumna, nunca le fue indiferente. Había algo distinto en ella que lo cautivaba y que lo llevó a bregar por su bienestar toda la vida. Hasta que un suceso lo obligó a utilizar otras formas menos convencionales d...