—¡Felicitaciones doctora Haruno! — el médico de Suna, un hombre regordete de más de sesenta años, experto de renombre en cirugía cardiológica pediátrica, no dejaba de demostrar su alegría y admiración, luego de que el corazón que acababa de trasplantar al niño de siete años, comenzara a latir por su propia cuenta. — La cirugía fue un éxito y se lo debemos a usted.
Ella sonreía sonrojándose mientras se desataba el barbijo, no acostumbrada a esos halagos tan efusivos, y no pudo sentirse menos incómoda cuando las enfermeras y demás asistentes en la cirugía, comenzaron a rodearla para expresar su admiración.
—Fue un esfuerzo de todos. Todos lo conseguimos.
—No, no, no. No menosprecie su intervención, que sin ella no podría darle a los padres de mi paciente la maravillosa noticia de que, no sólo sobrevivió a esta compleja cirugía, sino que lo verán graduarse y llenarlos de nietos.
Y carcajeó dichas esas palabras llenas de genuina alegría, mientras una estudiante se acercaba para que Sakura le firmara los apuntes. Era como si se hubiera convertido en una celebridad de repente.
—Por favor, no pierda tiempo en mí y hable con esos padres. Deben-
El hombre carcajeó con una risa áspera de ávido fumador, interrumpiéndola.
— Es usted realmente humilde y joven. Tome mi consejo, aprenda a recibir halagos, los aciertos suelen ser menores a los infortunios en nuestra profesión. Disfrútelos.
—Lo acepto, gracias — y le sonrió estrechando la mano que le estiró como forma de despedida, antes de perderse detrás de las puertas vaivén que separaban el área de cirugía de los pasillos que conectaban con la sala de espera. El doctor Unagi sería quien hablaría con la familia, al fin y al cabo eran sus pacientes. Ella simplemente había sido convocada a esa cirugía de emergencia de acuerdo a una recomendación que no logró averiguar de primeras, ya que antes estaba el deber. Y ese deber ese lunes, era salvar la vida de un pequeño. Ya tendría tiempo de investigaciones.
—Doctora Haruno, por favor, sígame— la enfermera que la asistió en el quirófano, llamó su atención para guiarla a la oficina y completar el resto del papeleo.
—Ah, sí. Vamos. ¿Tienes todo ya?
—Así es. La delegación de Suna me acaba de entregar los documentos para que los complete. Mero formalismo. — y rodó la cabeza de un lado a otro echándola hacia atrás, buscando aflojar la tensión en las cervicales, antes de abrirle la puerta al pequeño despacho administrativo.
—¿Estás cansada?
—Sí... demasiado.
—¿Otra vez la bebé?
—¡Ay, sí! Desde que comencé a trabajar se despierta en más de un momento a la noche, para amamantar. Estoy... — bostezó largamente —Perdón, pero estoy agotada.
—Aún así, trabajaste muy bien hoy.
—La situación lo ameritaba, doctora. Pero agoté todas mis reservas.
Sakura tomó asiento mientras la enfermera colocaba las carpetas frente a ella y le alcanzaba una pluma.
—Tomate la tarde, Ima.
—Doctora... — abrió los ojos.
—¿Cuánto queda de tu turno?
La mujer miró al reloj de pared frente a ella. Recién habían dado diez minutos pasados de las cinco de la tarde.
—Tres horas... más o menos.
—Ve. Yo respondo por ti. Ve y duérmete una buena siesta
—Doctora, no sé, puede necesitarme.
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La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]
RomanceDesde que Sakura se convirtiera en su alumna, nunca le fue indiferente. Había algo distinto en ella que lo cautivaba y que lo llevó a bregar por su bienestar toda la vida. Hasta que un suceso lo obligó a utilizar otras formas menos convencionales d...