Capítulo 28

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El piso del hospital en el que se encontraba la habitación que Kakashi les reservara en exclusiva para su familia, estaba desierta.

Sasuke detuvo el pesado andar, con el que arrastraba las piernas simulando caminar, frente a la puerta, y agradecía esa soledad ya que su semblante no transmitía otra cosa que no fuera angustia, echando al suelo la imagen fuerte y fría que siempre proyectaba. La imagen de todo Uchiha digno.

El encuentro con Seiyi lo había dejado devastado, y no sólo por lo que viera o ese cúmulo de emociones condensadas que le hiciera vivir, sino por lo familiar que se sintió la clase de ataque que utilizó con él. Porque lo había atacado, con un genjutsu, no podía ser otra cosa.

Por unos segundos, ni bien apreció ese destello en los ojos de su contrincante, no hizo más que pensar en Itachi, y no sólo le aterró por lo que ello significara, los ataques de su hermano eran los más profundos y desestabilizadores si salías enteros de ellos; sino que le hizo caer en la cuenta de lo mucho que lo necesitaba. Él siempre fue un hombre de arreglárselas solo, de no necesitar ni importarle nadie, y ahora estaba reducido a un manojo de emociones anhelando momentos que podrían haber sido, si su obstinación no hubiera destruido todo.

Respiró hondo, exhalando lento.

Sus ojos debían estar hinchados y no sabía cómo recomponerse antes de entrar. Desde que fuera un pequeño niño no se sentía así de perdido. Pero no quería, no podía, demorar más tiempo. Necesitaba verla, sentirla, y no sólo a ella, también a sus bebés.

Apretó el paquete de regalo bajo el brazo y abrió la puerta lentamente para no hacer ruido al destrabarla. La habitación que lo recibió estaba en penumbras y silencio. Karin se hallaba dormida de lado, dando las espaldas a la entrada. Siempre lo estaba a esas horas. El embarazo la tenía agotada y fue peor luego de los tratamientos que le brindara Sakura. Demandaban mucho de su energía y, si bien la pelirrosa le administraba multivitamínicos diariamente y siempre desviaba algo de su propio chakra para la mamá, toda la energía que ella disponía se la brindaba a sus bebes. Quería que nacieran bien, sanos y fuertes, como su padre. Siempre se lo decía.

Cerró suavemente y entró sin hacer ruido. Se quitó la capa la cual depositó en una de las sillas. La katana la apoyó al lado y el paquete correspondió sobre la mesa. Y de inmediato fue hacia la silla que yacía al lado de la cama. Y se sentó allí. La luz de la lámpara pequeña de mesa alumbraba el rostro calmo de la pelirroja, que dormía plácidamente con una mano apoyada sobre la almohada palma hacia arriba, y la otra sobre la enorme panza.

Le sonrió. Se veía tan hermosa. Su mujer era hermosa y fuerte.

«Mi mujer...»

Pasó su mano por el rostro quitándole algunos de los rebeldes cabellos rojizos, delineándolo luego.

¿En qué momento sintió la necesidad de desviar su atención a Sakura? No entendía que se le había atravesado por la cabeza en el instante en que reparó que la pelirrosa tenía algo con su ex sensei, que fue lo que lo movió a querer crear un triángulo sólo por ¿posesividad? ¿Qué mierda le sucedía? Nunca le había realmente interesado Sakura, ¿y ahora quería reclamarla como propia?

Karin siempre le dio todo lo que él buscaba, desde el primer día que la conociera en aquél viaje de revisión, al que acompañara a Orochimaru y Kabuto a las cárceles. No permitió que fuera evidente, pero ni bien la vio en medio de todos esos prisioneros a los que la chica manejaba, le fascinó, despertando en él ansias en las que no había reparado jamás. La mirada con la que la fémina lo recorrió de pies a cabeza ni bien notó su presencia, fue única. Si de él hubiera dependido, la tomaba en ese mismo instante, frente a todos, y sabía que ella no se hubiera negado, era así de perversa y alocada.

La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora