Capítulo 44

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No pudo dormir bien esa noche. El sueño se le había hecho liviano, despertando ante cada mínimo sonido en el silencio de la casa, o movimiento de su cuerpo.

No le gustó la forma en que los recibió Kakashi al mediodía, cuando la llevara para enfrentarlo movido por el malestar de la chica; ni la mirada fría y desinteresada que tenía sobre él mientras lo increpara ni bien lograra colarse a la fuerza en esa oficina. No le cayó bien el mensaje que le diera a Sakura, utilizando a su secretario para ello sin dar la cara, no era el estilo del peliplata y sabía muy bien lo que ese comportamiento tan esquivo significaba.

Y no era que no pudiera anticiparlo, el Hatake ya había brindado más de una señal de que lo haría, pero quería considerar que recapacitaría luego de que lo enfrentara, que esos días lejos de ella, de Konoha y de la guerra servirían para que acomodara esas malditas ideas que tenían a sus fantasmas despiertos. Confiaba en ello, entendía que había sido muy persuasivo.

Pero temía haberse equivocado.

Faltaba poco para las seis de la madrugada. Konoha dormía en su mayoría, aun iluminada por el alumbrado público. Las temperaturas eran bajas, pero no gélidas, la primavera estaba a la vuelta de la esquina y ya se notaba en los atardeceres cada vez más largos. Pero aun no amanecía y eso en cierta forma le gustaba, era hombre noctámbulo de sueño liviano, ya se había aceptado.

Y así fue que cuando se cumpliera la quinta vez en que controlaba su reloj durante la noche, decidiera al fin abandonar la cama, atándose el cabello en un desordenado rodete y calzándose la remera térmica negra de mangas largas, su sudadera de capucha al tono y las calzas para correr que comprara en el extranjero, la mejor compra que pudiera hacer un hombre deportista. Y salió.

No era raro en sus costumbres levantarse a la madrugada para salir a trotar, logrando así mantener la condición física de un ninja fuera de entrenamiento obligado, pero ese día le resultaba más una excusa para vigilarla a ella que esa saludable rutina.

No solía correr por el poblado, siempre elegía las afueras de la ciudad, subiendo por encima del monte de los hokages. Pero ese día, su ruta no podía ser otra que la que lo llevara a pasar frente a la pequeña casa de dos plantas en donde vivía la pelirrosa.

Le extrañó observar el ventanal de la segunda planta a su dormitorio oscuro y las luces encendidas abajo, como si se hubiera olvidado de apagarlas o nunca se hubiera acostado. Ella no era una persona desordenada. Pero si bien su necesidad de saber de ella lo tuvieran pasando por allí, se resistía a regresar a las costumbres de antaño, que lo tenían vigilándola con el byakugan activo para asegurarse de donde estaba y que su energía fuera estable. Sacudió la cabeza luego de unos segundos y decidió seguir su camino, convenciéndose de que ella lo llamaría durante la mañana si lo necesitaba. La amistad que habían entablado en esos días en que el peliplata estuviera de viaje, bien le facilitaba esas atribuciones sin significar más que aquello, un llamado de amigos.

Más temprano que tarde cayó en la cuenta que ella era la excepción a todo, hasta la de su determinación, que se vio jalada a tomar en trote la esquina que lo devolviera a su calle. Ya fue tarde para revertirlo, cuando pasó por la vereda del frente activando el byakugan nuevamente, que casi si lo hacía inadvertido a sus intenciones.

Allí estaba otra vez ella, su dulce energía era inconfundible. Recostada sola en el sofá de su pequeño living, parecía dormir aunque el flujo del chakra estuviera inusualmente alterado. Sabía que algo le había sucedido, lo intuía más allá de cualquier evidencia. Pero se obligó a continuar con lo suyo manteniendo el ritmo de la respiración para no romper la resistencia de su trote.

—Te va ... a llamar... si te... necesita —se dijo.

Siguió de largo aunque su mente quedara en esa calle, en esa vereda, observando hacia la pequeña casa. Y no tardó en requerir de su presencia. No llevaba ni seis cuadras de distancia cuando decidió girar y volver sobre sus pasos, corriendo más que trotando.

La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora