Capítulo 42

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Soltó el humo del cigarrillo siguiendo con la mirada el lento ascenso, perdiéndose luego en el cielo oscuro y estrellado de esa noche fría que se abría en el jardín frontal al hospital.

La seriedad bañaba su rostro aunque fuera angustia lo que realmente se le retorcía en el pecho. Por qué lo correcto para ella significaba una herida para él.

No le gustó la mirada esquiva con la que Kakashi le saludó al entrar a esa habitación. Ni la ilusión que encontró en los ojos de Sakura cuando no pudo evitar detallarla segundos después. Esa joven estaba enamorada de su amigo, un amor puro y lujurioso que lo tenía preguntándose, por primera vez en su vida, que movimiento hubiera sido el necesario para que esos ojos sólo se posaran en él. Y sabía que no era en sí lo que no hizo, sino la demora en hacerlo. Y ya no podía torcer nada. Tan solo ser un mero espectador que perversamente esperaba su oportunidad, que aun deseándola con ansias, sucumbía al débil ruego de no hacerla sufrir.

Y allí lo tenían, observando a su amigo reencontrarse con la que su ser reclamaba como su mujer, esperando que él reaccionara más cariñoso, no tan solo preocupado como si fuera una pupila más. Aunque entendía que demasiado no podía demostrar frente a una Tsunade que destilaba advertencias con cada exhalación.

Se quedó a escuchar lo suficiente como para saber que aún Sakura se quedaría internada por una semana más, hasta que el chakra de la Senju fuera definitivamente drenado de ese cuerpo y pudiera constatar de que los canales de la chica funcionaran bien. Además de la necesidad de estudiar junto a ella todo el avance que hizo sobre el negatiboru, un jutsu prohibido que ella misma había perfeccionado en su juventud. Las investigaciones de Sakura le interesaban, recalcándolo varias veces sin reconocer el orgullo que se desprendía en cada mención.

Y luego vinieron las preguntas, y esa casi desesperada necesidad en la chica por estar a solas con el peliplata. Nadie más que ellos dos podían notarlo, ya que nadie más que ellos le conocían las pequeñas manías en esos delgados dedos y en esa mirada chispeante. Y fue ver a los ojos a su amigo para entenderlo, para descubrir esa misma necesidad en él, aunque desgraciadamente allí viera algo más que no dejaba de preocuparle. Porque ya no encontraba el mismo brillo y celo que vio semanas atrás, y temió, ya que por un segundo le pareció encontrarse cara a cara con los ojos de aquel fantasma que años atrás habitaba en su amigo.

Pero no quiso darle importancia, no en ese momento. Sólo cumplirle el deseo a la joven. Y fue así que se encontró buscando la excusa que sacara a Tsunade de esa habitación, aunque su tía de la vida tenía de tonta lo que él de bailarina, y pronto entendió lo que tramaba decantando por ceder al capricho de su joven alumna, aunque en los ojos habitaba un deseo de arrastrar a ese peliplata fuera, no solo del lugar sino de toda Konoha.

Una nueva calada profunda y rápida, llenó su garganta de humo drenando la ansiada nicotina hacia los pulmones. Era un mal vicio, lo sabía, pero en momentos como ese le calmaba los nervios.

Y lo necesitaba. Porque no le gustaba ni un ápice como se estaban dando las cosas. Ni lo que sabía que iba a suceder.

—Hace frío para estar fumando aquí.

Seiyi se sobresaltó apenas. No lo sintió venir y eso no era bueno, porque significaba lo perdido que se encontraba en sus pensamientos, y él nunca se perdía. En nada.

—No puedo hacerlo en otro lugar. Vete enterando, esto es un Hospital.

Kakashi respiró hondo metiendo las manos en los bolsillos antes de apoyarse en la pared al lado de su amigo.

Este le miró de reojo cuando terminó de acomodarse.

—No entiendo qué haces aquí. Te conseguí tiempo a solas —le refutó antes de calar nuevamente.

La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora