Capítulo 62

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Era extraña la sensación que la recorría. Saber aquellos ojos pesados en sus espaldas, en sus caderas, mientras se alejaba de él, fue grandioso y sumamente erotizante. Su voz mientras le hablaba, aquel suspiro que supo que debió soltar cuando ella al fin se perdió tras la esquina. El corazón volvía a repiquetear en su pecho con ese simple recuerdo, hasta las mejillas se le encendían.

Fue extraña la sensación porque entre lo grandiosa se sentía indebida, y allí iba otra vez naciendo aquel nerviosismo por la falta que cometió y que cometía, al no lograr abandonar del todo ese calor que le sentaba tan bien a su cuerpo. Porque fueron unos instantes compartiendo nuevamente con Kakashi para que todo lo que vivieron juntos, aflorara nuevamente sobre la piel, como si el tiempo no hubiera transcurrido, como si él no la hubiera lastimado tanto. Peor, como si él no la hubiera sacado de su vida.

No entendía el porqué de aquello, y quería resistirse, porque sabía que lo único que importó e importaba era ese afecto, ese mutuo respeto que tantos años los unió, el resto fue solo sexo, uno revelador para ella pero al fin eso. Lo verdadero, la relación verdadera, se la estaba ofreciendo Seiyi, y así sería. Y siendo tan consciente de ello, no entendía por qué se sentía culpable, no debía siquiera existir la molestia.

No hubo nada de malo en el reencuentro, nada que ocultar, sólo un acuerdo tácito de volver a la amistad, a la complicidad, nada más y... y en ese punto, ya no estaba tan segura de si realmente no significó nada, porque sin tan solo pudiera afirmar que aquella alegría surgía solo de la emoción de recuperar una vieja amistad, nada de eso se sentiría tan extraño.

Pero no era así, no estaba sola retumbando entre sus latidos. Porque le era imposible no esperar la ilusión que asomaba después, una que se teñía de una tímida añoranza por un pasado que le gustaba pensar que estaba a su alcance nuevamente. Y allí, justamente allí, yacía ese dolor que se envolvía en culpa. Porque sin tan solo encuadrara el sentir que Kakashi le provocó en simples caprichos, aquello no sería más que sólo combustible para ese fuego que ahora hervía en el bajo vientre, y que pedía por Seiyi para ser consumido. Pero no era sólo eso, se arriesgaba a más al catapultar sus ganas en un deseo que era indebido, y peligroso.

El agua cálida de la ducha le golpeó el rostro con hilos suaves que pronto le recorrieron el cabello, el cuello, los hombros.

Cerró los ojos inundándose de la calma que necesitaba, forzándose a abandonar ese anhelo, a reducirlo a meros juegos de una libido que hasta echaba mano a fantasías para enardecerse. Y aunque en cierta medida lograba quitarse la molestia, era el recuerdo de aquellos ojos oscuros, pesados, que hasta si parecían acariciarla cuando la observaron fijamente al inmovilizarla contra el árbol, los que le dificultaban la tarea.

Cuanto le deseó la boca en ese momento, y ahora los dientes buscaban sus propios labios conteniendo la abrumadora sensación. Estaba mal eso, ella no era así, y recordó las veces que Seiyi le había robado besos, lo fuerte que se sintió aquello siendo prohibido cuando ella quería construir algo con el peliplata.

Gimió.

No, no fue lo mismo. Kakashi no le prometía nada, le mostraba una cosa para después hacerle sentir que todo era fugaz, temporal, sólo una experiencia bonita y...

¡Dios! Era un lío aquello. ¡Y no debía serlo!

Se frotó el rostro con las manos obligándose a soltar la culpa, la confusión. Volvía la amistad con su sensei, se perdonaban heridas, nada más. No era más que eso, la estima, el cariño, la complicidad. No había más. Era tonto enroscarse en otra cosa.

Seiyi era su pareja.

Kakashi era su amigo, con un pasado sí, pero ahora sólo su amigo.

Suspiró botando algunas gotas cuando las manos pasaron por su rostro para retirar el exceso de agua. Y ahora giraba para sólo dejar el cabello bajo la regadera.

La última lección de Sakura [+18] [Kakasaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora