Capítulo 3. Un postre.

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¿Qué mierda es ese ruido?

Llevaba unos segundos escuchando un horrible ruido cuando me percaté de que era mi propio celular. Estaba sonando el despertador. Me levanté haciendo un esfuerzo sobrehumano y salí de la cama hacia el baño. Hoy era viernes, último día de la semana de clases y estaba decidida a contarles a las chicas sobre mi plan, tenía que comenzar a ponerlo en marcha antes de acobardarme y no hacer nada, y quedar destinada a ver como el chico que me gusta se iba con otra, se casaban, tenían una linda casa, dos hijos y un perro. Pero la verdad era que mi plan tenía una pequeña falla.

Y era que no tenía ningún plan.

Sabía lo que quería hacer, hasta tenía idea de que era lo que quería regalar... El problemas es que no sabía cómo hacerlo. Y ahí es donde entran las chicas. Estoy segura de que quiero regalarle cosas dulces, dulces como él. Ya saben, dicen que a los hombres hay que conquistarlos por el estómago y yo estaba dispuesta a preparar todos los dulces necesarios... Si supiera de repostería, claro.

¡Pero ya había pensando en mi salvación!: Hanako.

La mamá de Hanako era dueña de una popular tienda de pasteles, donde venden todo tipo de dulces: pasteles, galletas, rollos de canela, brownies, cualquier dulce que quisiera estaba ahí. No hace falta mencionar que eran malditamente deliciosos. Y por supuesto, Hanako era una experta de la repostería, su madre le había enseñado decenas de recetas para que ella también fuera buena con los dulces, y vaya que lo era. Así que con unas cuantas súplicas estoy segura de que Hana me ayudará.

Por otro lado, faltaba la parte del plan sobre cómo iba a darle los dulces al peliazul sin que se enterara que era yo, y ahí entraba Chiasa. Sus planes la mayoría de las veces eran algo arriesgados, pero funcionaban. Y se puede decir que yo estoy un poco desesperada.

Así que me encontraba llegando a la escuela con Daiki-san, nuestro chofer. Aun faltaban 10 minutos para que el timbre sonara, así que me bajé del auto despidiéndome de Daiki-san y de Tetsuo, para comenzar a andar hacia mí salón. Iba llegando cuando me detuve frente a la ventana del salón antes de llegar al mío y ahí estaba.

Cabello azul y ceño fruncido. Me pregunto si no se le cansará la cara por tener siempre esa expresión... Aunque si el caso vamos, también me pregunto si no le dolerá la cara de ser tan lindo.

El chico parecía estar discutiendo algo con otro de su clase. No me di cuenta de que me había quedado embobada viéndolo por la ventana hasta que sentí un codazo en uno de mis costados.

--¡Auch, Chi! Ya van dos codazos que recibo, primero Hana y ahora tú, ¿Qué les...-

--¡¿Qué estás haciendo, Rin?!-- me preguntó alterada.

¿Eh?

--¿De qué hablas? Yo sólo estaba mirando a...-

--¡Sé a quien estabas mirando, idiota! Pero mira bien a su al rededor.-- me dijo para luego indicarme con un movimiento de cabeza que volviera mi vista de manera disimulada al chico.

Ay no. ¡Carajo!

La otra mitad de los gemelos desastre. La mitad naranja.

Smiley.

El peli naranja estaba viendo en nuestra dirección son su típica sonrisa y fue cuestión de segundos sentir como mi cara se ponía totalmente roja. Nos estaba mirando. Me estaba mirando.

Chiasa me tomó del brazo y a paso apresurado comenzamos a dirigirnos a nuestro salón.

--Mierda, ¿Chi, crees que se dio cuenta?-- pregunté angustiada.

--¿Que si Sonrisas se dio cuenta de que estabas hipnotizada viendo a su hermano?. Oh, ten seguro de que se dio cuenta.-- me aseguró mientras entrábamos al salón.

Magia de Luna azul | Souta Kawata - Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora