Capítulo 32. Estoy enamorado.

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--Estoy enamorado de ti, Rin.

"Estoy enamorado de ti, Rin."

"Estoy enamorado de ti."

"Enamorado."

--¿Que tú... qué?-- pregunté paralizada, Souta seguía escondido en mi cuello.

--Lo que oíste.-- dijo contra mi piel. --También me gustas, te quiero. Y estoy enamorado de ti.

Si antes estaba llorando pues ahora corría riesgo de sufrir una deshidratación. Rodeé a Souta con mis brazos y lloré. Lloré de felicidad, el chico que quería... Me quería a mi. Había correspondido mis sentimientos y me había compartido los suyos. No podía estar más feliz.

--Rin, por favor.-- dijo separándose. --No llores.

--Es que... estoy tan feliz.-- dije tomando aire. --Eres tan amable y bueno, y te quiero, y estás enamorado de mi. Y yo... Yo también estoy enamorada de ti, ¿de acuerdo?-- dije sorbiendo por mi nariz.

Y Souta sonrió.

Souta...

¿Estaba...?

¡Sonriendo!

Su sonrisa era más bien tímida, y de momentos bajaba la mirada.

Más lágrimas corrieron por mis mejillas mientras sollozaba, el peliazul me miraba entre enternecido y preocupado. Pero sonreía.

--Maldita sea, te ves jodidamente hermoso sonriendo.-- dije entre sollozos. El peliazul se rascó un poco una de sus mejillas y luego lo pensé mejor. --O bueno, más o menos, te ves igual a Smiley.-- bromeé y Souta soltó una carcajada.

Es tan hermoso.

El peliazul se calmó y pegó su frente a la mía, mirándome. Ambos estábamos en silencio, ninguno decía nada pero la paz que sentía era inexplicable.

Souta, mi Souta. Me quería.

--Te quiero.-- le susurré.

--Y yo a ti.-- dijo sonriendo y pasando sus brazos por mi espalda.

Tomé su cara entre mis manos y lentamente corté la distancia entre ambos, presionando mis labios sobre los suyos. Lento, suave, lleno de amor. El beso era delicado y un poco húmedo por las lágrimas, pero estaba perfecto. Mi boca y la suya jugaban en sincronía, probándose, sintiendo el cariño del otro.

--Souta...-- lo llamé separándome y el peliazul me miró. --Quiero saber como late tu corazón.

El peliazul me miró sin decir nada durante unos segundos, y luego soltó una risita.

--Así que eras tú.-- dijo con una pequeña sonrisa.

--¿Eh?

--Tú eras quien me dejaba dulces y notas en la escuela.-- afirmó y sentí como se me bajó la presión.

--¡¿Ehh?!, ¿có-cómo sabes eso...?

--En realidad no lo sabía, acabas de confirmarlo.-- dijo simple y me golpeé mentalmente, no podía ser más estúpida. --De hecho, tenía mis sospechas. Comenzaron el día que me ayudaste a cuidar a Aoi. Cuando dijiste que te gustaba mis "ojos turquesas" recordé una de las notas. Y tus brownies, eran iguales a los primeros que me diste.

--Soy idiota.

--Eres hermosa.-- dijo volviendo a besarme.

El beso se volvió un poco más intenso, mis manos estaban en su cuello y las suyas en mi cintura, y hacíamos todo con mucha más confianza. Souta me giró y lentamente me llevó hasta la cama, y me acostó sobre ella. Se colocó sobre mi y siguió basándome, era más rápido y más intenso, el peso que dejaba caer sobre mi era ideal y sus manos acariciaban mi cintura bajo la camiseta.

Magia de Luna azul | Souta Kawata - Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora