Capítulo 36. Fracturas.

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Después de mi cumpleaños las cosas comenzaron a irse poco a poco a la mierda.

O mejor dicho, las cosas con Souta comenzaron a dificultarse de a poco y con ello, todo lo demás. De un momento para otro la comunicación con el peliazul comenzó a disminuir, al principio era casi imperceptible, un no puedo hablar ahora, Rin o tal vez un lo siento, estoy ocupado eran las oraciones que cortaban nuestras conversaciones últimamente. No era que yo me quejara, si estaba ocupado pues estaba ocupado y ya, como cualquier persona funcional.

Pero después de algunas semanas ya no podía seguir fingiendo que todo seguía igual y que la ausencia de Souta no me afectaba en lo absoluto, y la razón de esto es que ya ni siquiera hablamos. Los inocentes hablamos en un rato se convirtieron en hablamos mañana, y así siguió avanzando, había veces que si hablábamos una hora durante todo el día era un logro, hasta el punto en el que los únicos mensajes que compartíamos eran de buenos días y buenas noches.

Y si sólo hubiese sido la falta de comunicación el problema, lo hubiese dejado pasar, pero no fue así. La cosa realmente sufrió una fractura cuando, en mi intento por mantener las cosas, lo invité a salir y se disculpó conmigo diciendo que no podía. Y eso no paso una, ni dos, ni tres veces. Había pasado todas las veces que le dije para vernos y salir. Como una pequeña figura de cristal que poco a poco se iba agrietando, o un vidrio que estaba soportando toda la fuerza de la incesante lluvia.

Así era, mi techo de vidrio estaba soportando la tormenta que amenazaba con caer sobre mi. Y mientras el soportaba la lluvia, yo soportaba el miedo de su posible fractura. Posible, tal vez inminente.

Y no es como si yo no le hubiese preguntado qué pasaba, yo creía firmemente en el poder de la comunicación y si algo le pasaba a Souta entonces sólo tenía que preguntárselo.

Lástima que cuando se lo pregunté evadió mi pregunta, cambiando el tema. También lo hizo la segunda vez, y la tercera.

Decidí tomar cartas aún más serias en el asunto e ir hasta su casa. Podían llamarme intensa, pero era Souta quien estaba actuando distinto, y si algo lo estaba atormentando entonces lo descubriría y haría lo que estuviera a mi alcance para ayudarlo. Y si el problema era yo, pues que me lo dijera y listo, no entendía el chiste de tenerme en este tira y afloja. Y las cosas no mejoraron cuando llegué a su casa y Suki-san se disculpó conmigo diciendo que Souta estaba de mal humor últimamente y que no se encontraba en casa.

Ni siquiera Smiley quería abrir la boca. De hecho, me había dicho que él tampoco estaba muy seguro de lo que pasaba con su hermano. Pero yo sabía que me estaba mintiendo.

Carajo, solamente quería verlo, ¿era mucho pedir?. Me bastaba con poder ver su cara, abrazarlo y decirle que estaba ahí si me necesitaba.

Pero no podía hacerlo. No si Souta no se dejaba.

Además, para empeorar las cosas, todos mis primos y mis amigas parecían más ocupados que nunca, los planetas se habían alineado para que nadie tuviera tiempo de acompañarme a mirar una película y atragantarnos de helado, ni siquiera Tetsuo.

Es decir, entendía perfectamente que tuvieran cosas que hacer, los chicos ayudaban en el club, Chiasa estaba con sus sesiones de terapia y Hanako estaba ayudando bastante a su madre en la pastelería; y en otro momento ni siquiera hubiera notado la situación. Pero cuando la del problema eres tu misma, entonces las ocupaciones y ausencias de los demás se vuelven mucho más evidentes.

--Rin, por favor.-- habló Ryu --Quita esa cara, me estás poniendo nervioso.

Debido a la ausencia de mis primos, decidí que tal vez yendo al club unos días para trabajar podría mejorar mis ánimos. Aparentemente no lo estaba logrando, porque los chicos no paraban de repetirme que parecía un zombie furioso. Comentarios que sólo me hacían querer patearlos.

Magia de Luna azul | Souta Kawata - Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora