Capítulo 1. Yo puedo ayudarte.

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--Oye, Rin, ¿Quieres ir a tomar algo después de la escuela?

Estaba cabeceando cuando escuché la voz de una de mis mejores amigas, Chiasa. Mi asiento es el último de la segunda fila, y el suyo es el último de la tercera fila, junto a mi, así que cuando me giré para verla ella sólo estaba un poco inclinada hacia mí, esperando mi respuesta.

--Umm, claro. ¿A donde siempre?

Chiasa se giró hacia su lado izquierdo, último puesto, cuarta fila, el asiento de mi otra mejor amiga, Hanako. Hana de giró hacia nosotras y asintió.

--A donde siempre.-- me dijo Chiasa junto con un giño. Solté un pequeña risa antes de girarme otra vez a la pizarra.

Estas clases son interminables.

________

--Y entonces estaba pensando en ir a comprar unas cuantas hojas, ya se me están terminando y no quiero tener que estar pidiendo hojas como loca a última hora...

Estábamos saliendo de la escuela mientras Hana y yo escuchamos una interminable historia de como Chiasa necesitaba comprar no sé que cosa, desde hace rato había dejado de escucharla. De hecho, si tenía que ser sincera, desde la mañana estaba ida, mi mente trataba de maquinar un plan infalible para poder dar un regalo sin ser descubierta y morir de vergüenza en el intento, pero en mi defensa, entregar algo a escondidas en unos pasillos llenos de estudiantes  no era cosa fácil.

Y menos si tenemos en cuenta que las únicas dos personas son las que contaba eran el desastre y la indiscreción personificadas.

Mientras pensaba en mi estrategia, sentí como me daban un codazo a un costado, obligándome a concentrarme en mi entorno y así me di cuenta de que mi agresora había sido Hana, no me dio tiempo de preguntarle que pasaba cuando me señaló mi lado contrario a ella con sus ojos.

Mierda.

Giré lentamente para encontrarme con lo que temía, Chiasa estaba con su mirada fija en mi mientras fruncía los labios y el entrecejo.

Aquí viene. ¡Piensa en algo, rápido!

--¿Tú... no estabas... escuchándome?-- me preguntó con sus ojos tristes. Así era Chiasa, odiaba que no la escucharemos cuando nos estaba contando algo, por muy insignificante que fuese. Hana y yo ya estábamos acostumbradas a sus berrinches, pero ciertamente era un problema cargar con ella en ese estado de aquí para allá, así que la situación era sencilla: hacerle caso cuando hablaba.

--¿Ehh?, no, yo... ¡Digo, sí!, estabas diciendo que...-

No pude terminar de hablar cuando sentí un empujón desde atrás y di un traspié hacia adelante. Oh por Dios. Iba a caerme. Iba a caerme y todavía estaba en medio de la salida de la escuela, definitivamente no podía arriesgarme a hacer un regalo secreto con la suerte que me cargaba.

Cerré mis ojos y estiré los brazos frente a mi instintivamente, pero sentí otros brazos sujetarme antes de tocar el piso y aferrándome a ellos pude recomponer mi postura rápidamente, era Hanako la que me había sujetado y evitado mi bochorno público.

Esa chica tiene unos reflejos increíbles.

--Oye, ¿Estás bien?-- dijo una voz detrás. --Lo siento, no te vi.

Ay no. Por favor Dios, que no sea él. Te lo ruego.

Me giré lentamente para ver a la persona que había chocado conmigo, y el aire abandonó mis pulmones y la presión en mi pecho no se hizo esperar.

Sí era él. Gracias por nada, Dios.

--¡No!, digo, ¡sí!, estoy, eemm, sí, bien. ¡Perfecta!, no paso nada, ni siquiera sentí el empujón.

Magia de Luna azul | Souta Kawata - Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora