Capítulo 48. Magia de Luna azul.

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Siete meses después. Diciembre.

—¡Tetsuo! ¡Mueve el culo y anda a ayudar a papá con la parrilla!

—¡Estoy viejo, Rin! ¡¿Por qué no vas a ayudarlo tú?! ¡Estás más jóven!

Me acerqué a grandes zancadas hasta la habitación del pelinegro y abrí la puerta de golpe. Tetsuo estaba desparramado sobre su cama mientras jugaba con su celular.

—¿Estás viejo? Tienes 21 años, idiota. Tú lo que eres es un flojo.

—Y tú lo que eres es una mandona —murmuró dejando su celular a un lado y levantándose de la cama para salir de la habitación.

—¿Mandona? En dos días es Navidad, y tú no has hecho nada más que tener tu culo gordo pegado a la cama —reproché mientras comenzábamos a bajar las escaleras.

—Disculpa, ¿culo gordo? —Me miró incrédulo—. ¿No has visto esta figura? Estoy en mi mejor momento, hermanita.

Rodé los ojos mientras llegábamos al primer piso—. Sí, sí. Como digas.

Tetsuo soltó un bufido mientras se quedaba parado al borde de las escaleras—. Ugh, estás insoportable. Parece que a alguien le hace falta ver a Sou...

—¡¿Haa?!

El pelinegro dió un respingo y salió corriendo hacia la puerta corrediza que daba al patio, a un lado de la sala. Solté un suspiro y me encaminé hasta la cocina.

Varios meses habían pasado, y las cosas estaban bien.

Hace unos seis meses y medio había tenido que dejar la comodidad y seguridad de mi casa para mudarme a la movida ciudad de Tohoku. La verdad, es que para ese momento ya tenía cerca de un año pensando en que quería estudiar artes en la universidad, y el hecho de que Tetsu viviera allá sólo me facilitaba las cosas. Así que, para cuando me gradué y los preparativos estuvieron listos, el día de mi partida ya estaba más que mentalizado.

Si tenía que ser honesta, no había sido tan fácil como pensé que sería. De por sí la idea de dejar a mis padres me atormentaba, pero nada se comparaba con el escándalo que hicieron las chicas en el aeropuerto. Papá incluso consideró seriamente dejar a Chiasa y a Hanako varadas.

Con los gemelos había sido más sencillo, Smiley sólo me dió un abrazo y un beso en la frente, me dijo que me cuidara y que esperaba verme pronto. Souta se miraba un poco decaído, pero al momento de irme también me abrazó, y me dijo que estaba muy feliz por mi, y que esperaba que todo me saliera bien.

Mis padres estaban bastante tranquilos, de hecho, hasta parecían felices de tener la casa libre. Cosa que me había ofendido bastante.

Llegar a Tohoku fue difícil. Afortunadamente, Tetsuo siempre lograba que las cosas fueran más fáciles, así que mis primeros 15 días con él habían sido como si estuviera en casa. El verdadero reto llegó cuando comenzó julio y la universidad me golpeó con todo lo que tenía.

Tareas, trabajos, ensayos, presentaciones, dibujos. Todo lo que podía consumir mi tiempo lo estaba haciendo. Incluso me había propuesto conseguir un empleo de medio tiempo en una pequeña academia de arte cerca de la universidad, así que, cuando no estaba estudiando entonces estaba enseñando a niños a pintar.

Eventualmente, mi comunicación con los demás disminuyó. Prácticamente sólo veía a Tetsuo unas pocas horas al día, y lo hacía de noche, cuando ambos nos desocupábamos y decidíamos, por lo menos, cenar juntos. Me encargaba de llamar a casa diariamente, aunque sólo pudiera conversar con mis padres unos 10 minutos. Pasaba días sin hablar con las chicas, pero nos esforzábamos por hablar por videollamada al menos una vez por semana, igualmente con Souta, y cuando hablaba con él, aprovechaba para saludar a Smiley.

Magia de Luna azul | Souta Kawata - Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora