Capítulo 47. Aprender a cuidar el corazón.

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Souta POV

Un año y medio después.

Cuando era niño, solía creer que la felicidad era de esas cosas que, simplemente, eran inquebrantables.

Para mi era algo natural, es decir, tuve la fortuna de nacer en una familia unida y amorosa, con una madre maravillosa, un padre comprensivo, y un hermano que me amaba con su vida.

De la misma manera en que yo los amaba a ellos.

No digo que mi vida hasta ahora haya sido perfecta, ni que nunca experimenté la tristeza, pero siempre fuí lo suficientemente afortunado como para ser recibido con un plato de comida caliente al llegar a casa.

Las peleas por quién se comía el último pedazo de pastel, las malas calificaciones, los regaños de mamá, las noches de desvelo de papá por el trabajo. Todo lo que me alteraba la tranquilidad parecía perder sentido después del más mínimo acto de comprensión y cariño.

Incluso, en mis días más lamentables, cuando no hacía nada más que llorar como un niño por no poder controlar cosas que ni siquiera entendía, de repente aparecían mis padres con unas palabras consoladoras, o Nahoya con algún chiste de mal gusto y un abrazo, o mis amigos con alguna salida sin sentido; y todo parecía volver a su lugar. Nada era lo suficientemente malo.

Nada lograba romper mi corazón.

Lo cual era curioso, porque debido a mi personalidad las personas solían creer que hasta la cosa más pequeña podía destruirme.

Y tal vez, esa felicidad constante y esa incapacidad que había desarrollado para entender mis propios problemas era lo que me había hundido.

Eventualmente, a mis 16 años, tuve la fortuna de conocer a una chica maravillosa. Una chica con un corazón tan amable y unas ganas de ayudar a todo el mundo que cualquiera que estuviera a su alrededor podría sentirse dichoso y querido. Ella era simplemente un angel.

Lastimosamente, yo no estaba preparado para cargar con todo el peso que significaba cuidar el corazón de alguien más.

Y menos cuando no era capaz de cuidar el mío propio.

Conocer a Rin había sido comparable con descubrir un nuevo pasatiempo con el que te habías enganchado, algo que habías descubierto que amabas y que se te daba muy bien, y que si fuera por ti, pasarías el resto de la vida haciéndolo.

Un sentimientos que significaba la felicidad y el placer más puro y sincero.

Cuando era niño, solía creer que la felicidad era de esas cosas que, simplemente, eran inquebrantables.

Nada lograba romper mi corazón.

Hasta que descubrí que la forma más dolorosa de romper tu propio corazón era rompiendo el de alguien más.

Habían sido muchas cosas. El no poder protegerla en el incidente de la Isla, después mi accidente con Nahoya, mi desatención con lo sucedido con Tetsuo, y hasta nuestra pelea con la otra pandilla que puso en riesgo mi vida.

Fue una acumulación de mis propias acciones y decisiones las que terminaban quebrando mi corazón, y por ende, aunque fuera sin intención, terminaba lastimando a Rin.

Para cuando me di cuenta, ya era tarde. Rin parecía actuar en automático. Me repetía una y otra vez que estaba bien, y que estaba feliz por mi, y sabía que era cierto. Pero sus ojos se veían tristes y tenía unas ojeras que definitivamente no estaban en su cara antes de quedar internado en el hospital.

Yo sabía que ella no estaba tan bien como decía, y sabía que era mi culpa. Rin siempre era testaruda cuando se trataba de cuidar de los demás.

Pero el amor es frágil, y los corazones también.

Magia de Luna azul | Souta Kawata - Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora