Capítulo 46. Estaremos bien.

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Una semana. Ese era el tiempo que Souta llevaba en el hospital desde que despertó.

Afortunadamente, la salud del peliazul avanzaba lenta pero progresivamente. Al principio había necesitado varias dosis más de intravenosas, por lo menos durante los dos o tres días siguientes; pero su cuerpo las había aceptado bien.

Souta estaba notoriamente mejor. Su cara había recuperado el color, y sus ánimos -o bueno, tan animado como él era- habían regresado. Incluso me atrevía a decir que se veía más feliz.

La felicidad de Suki-san e Isamu-san parecía no caber en sus cuerpos. El matrimonio había estado pasando por un momento difícil por la condición de Souta, pero ahora que estaba mejorando, el alivio y la tranquilidad se reflejan en todos sus aspectos.

Y ni hablar de Smiley. Creo que nunca había visto tantas sonrisas sinceras de parte del pelinaranja. Parecía que su corazón se había restaurado.

Todo el mundo estaba mejor por el regreso de Souta. Los chicos de la ToMan se habían aparecido en el hospital con -demasiados- globos y regalos, a lo que el peliazul sólo asentía avergonzado ante los comentarios de las enfermeras. Hanako y Chiasa también habían llegado al hospital y se habían lanzado sobre el peliazul, a lo que el pobre me había mirado pidiendo ayuda, no podía manejar tanta atención.

Tetsu y mis padres también habían ido a visitarlo, incluso mis primos habían pasado, como lo habían hecho antes. Mi corazón se arrugaba cada vez que veía la cara sorpresa de Souta al saber que más y más gente iban a visitarlo. Pero eso era lo mínimo que una persona tan apreciada como lo era él podía esperar.

Los días habían pasado y todo parecía volver lentamente a la normalidad. Pronto Souta estaría en casa y tendría que tomar reposo de por lo menos unos dos meses, hasta que su estómago sanara por completo.

—Rin —llamó— ¿Puedes venir, por favor?

Ya eran aproximadamente las 8 de la noches, y yo seguía en el hospital. Ayer Suki-san me había pedido, muy apenada, que la cubriera en el turno de cuidar a Souta en la noche, ya que ella tendría que resolver unas cosas de su trabajo y no podría quedarse, así que básicamente me estaba pidiendo que pasara la noche ahí. Obviamente acepté, tragándome el pesar de tener que dormir en un sofá de hospital, sólo para entararme hoy que Smiley me haría compañía.

Compañía que no me estaba haciendo porque el pelinaranja llevaba más de una hora en quién sabe dónde haciendo quién sabe qué.

—¿Qué pasa? —pregunté acercándome al peliazul—. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

—No, no... Estoy bien. Tranquila. —Me miró con expresión suave mientras tomaba mi mano—. Sólo quiero que vengas...

Solté una risita y me acomodé junto a él en la cama, acurrucándome entre sus brazos. Souta tenía un ligero olor a arándanos y sus brazos eran calientes. Definitivamente era de los lugares más cómodos en los que podía estar.

—¿Te sientes bien?

Souta guardó silencio unos segundos mientras acariaba mi brazo y mi espalda, sus movimientos eran delicados y su respiración era rítmica.

—Sí —murmuró después de romper el silencio—. Me siento bien.

—Más te vale, con ese montón de chucherías que te dejaron los chicos podrías abrir una juguetería y ganar bastante dinero —bromeé y soltó un bufido burlón.

—Me dan vergüenza. No quiero ni pensar en cómo atravesaron el hospital cargando todo eso —dijo echando un vistazo al lado de la cama, dónde estaba lleno de peluches, bolsas con dulces, y globos de "recupérate pronto" y "bienvenido".

Magia de Luna azul | Souta Kawata - Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora