Capítulo 22. Sabor a alcohol y menta.

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Hola! ¿Cómo están?

Es mi primera vez probando esto de las dedicatorias, probaré hacerlo más seguido con capítulos muy específicos!

Aquí les dejo el capítulo, espero que lo disfruten!
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—Rin-chan, ¿cuál crees que me quede mejor?— me preguntó Smiley mientras me mostraba dos pequeños piercings, uno con forma de pirámide y otro con forma de calavera.

—Mmm... El de calavera.— dije y el pelinaranja sonrió.

Al llegar a la tienda todos habíamos comenzado a ver y pensar que piercings nos pondríamos. Hana fue la única que prefirió pasar en esta ocasión, realmente no le apetecía, pero estaba en la tienda acompañándonos. Chiasa decidió colocarse un pequeño aro en la nariz de color dorado, el cual seguramente le quedaría muy bien. Los gemelos habían decidido -obviamente, por insistencia de Smiley- que se pondría un piercings de lengua, y yo había decidido abrirme más agujeros en las orejas para mis aretes.

-—¿Qué tal me veo?— preguntó Chiasa saliendo del pequeño cubículo donde había un chico joven y tatuado, que era quien colocaba los piercings.

—Te queda genial, Chi.

-—Sí, me gusta que lo hayas elegido dorado.— le dijo Hana mientras se acercaba a la rubia para ver mejor la perforación.

—¡Nos toca!— gritó Smiley y arrastró a Souta hasta el cubículo.

Las tres nos paramos fuera del cubículo para ver a los gemelos. Los chicos estaban notablemente nerviosos y eso nos causaba gracia, ya que ambos tenían ya dos perforaciones en una de sus orejas donde se ponían su juego de aretes. No una, sino dos. Pero bueno, supongo que el que les fueran a atravesar la lengua con una aguja los tenía algo tensos.

El primero en pasar fue Smiley. Souta estaba tomando la mano de su hermano mientras el chico tatuado tomaba cuidadosamente la lengua del pelinaranja. Un sólo click y el piercing ya estaba puesto, una calavera. Después fue el turno de Souta, Smiley tomó su mano mientras le hacían el mismo proceso. Un click y ya ambos estaban listos.

—Eso es todo. Deben tener cuidado, chicos. Sus perforaciones son más delicadas. Así que no vayan a estar comiendo cosas muy duras, ni picantes, o que se les peguen.— explicó el chico de la tienda. —Y tienen que estar pendientes, es posible que les sangren un poco.

—Ah, muchas gracias.— le respondió Souta y se acercó a mi.

—A ver.— pedí y el peliazul sacó la lengua. Su piercing era uno común, de bolita. De repente una pequeña gota de sangre se formó en la punta de su lengua, tomé una servilleta de mi bolso y se la pase para que se limpiara. —Me gusta.

El peliazul asintió tímido y se limpió, después de pagar salimos de la tienda y comenzamos a caminar sin rumbo, me fijé en el reloj de mi muñeca y ya eran las 4 de la tarde.

—¿Qué hacemos ahora?— preguntó Chiasa.

—Creo que deberíamos irnos a las habitaciones.— dije. —Recuerden que tenemos que vernos con Tetsu a las 6, ya son las 4. Deberías descansar un rato.

Los chicos asintieron y comenzamos a caminar hacia el edificio, una vez dentro cada quien se fue a su habitación. Me senté en mi cama y estuve meditando unos minutos, desde lo ocurrido en la piscina pensé que lo mejor sería hablar con las chicas; después de todo, era como había dicho Souta: estamos lejos de casa. No quería que ellas no estuvieran al tanto de la situación.

—Chicas...— dije y ambas voltearon a verme. —Tenemos que hablar.

Chiasa y Hanako compartieron una mirada y entendieron al instante de lo que hablaba. Dejaron sus cosas a un lado y se sentaron en mi cama.

Magia de Luna azul | Souta Kawata - Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora