Capítulo 15. El demonio y el ángel.

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Suki e Isamu Kawata nunca pensaron en tener hijos.

La pareja se conoció en el restaurante donde Suki trabajaba como camarera, una noche en la cual Isamu salió tarde del trabajo y cayó en el lugar donde trabajaba la chica para comer un buen tazón de ramen.

Suki era una mujer pequeña, delgada y pelinegra de unos escasos 20 años. Su padre había muerto cuando ella tenía 15 y era hija única, así que desde muy jóven se vio obligada a buscar trabajo para poder obtener algo de dinero y ayudar a su madre.

La chica sabía lo que era ser una mujer joven buscando trabajo y necesitada de dinero. Había trabajo en bares, tiendas, clubes y restaurantes, cualquier cosa medianamente respetable que le pudiera dar dinero para ella estaba bien. A su corta edad la chica ya sabía cocinar, limpiar, mantener el orden en su casa, moverse por las calles y lidiar con las personas. La pequeña chica que había crecido en la comodidad de su hogar había tenido que crecer de golpe.

La cosa en su casa no era fácil, nunca habían sido personas de mucho dinero, pero tampoco habían pasado necesidad. Después de la trágica muerte de su padre en un accidente automovilístico, su pequeño y acogedor mundo se vino abajo. Aquel hombre que tanto amaba y que se encargaba de que a su esposa e hija tuvieran todo lo que necesitaban había desaparecido. Las había dejado solas.

El padre de Suki había sido el primer, único y gran amor en la vida de su madre, así que después de su muerte, nunca volvió a ser la misma. Su madre, su protectora, el centro de su familia, había caído en una fuerte depresión, no comía, no salía, no hablaba con su hija, y cuando mejoraba, entonces se dedicaba única y exclusivamente a su trabajo.

Su mundo se había roto completamente. Estaba quebrado y no había nadie que pudiera repararlo.

Con el paso de los años la soledad fue notable en la vida de Suki, se volvió su mejor amiga. Con su madre siempre fuera de casa no había nadie la esperara con un plato de comida caliente, o un dulce té para conversar en las noches. Suki no tenía hermanos y lo agradecía, pues el sufrimiento que recaía sobre sus hombros era suficiente, ella no sabía si sería capaz de poder soportar el dolor de otra persona con su misma pérdida. Además de que sería aún más difícil administrar el dinero teniendo a otra persona a la cual mantener.

Suki no tenía hermanos, y lo agradecía. Pero a veces se preguntaba si tener a otra persona junto a ella que entendiera su dolor, sin importar las cuestiones económicas, hubiese sido lo que necesitaba su vida.

Alguien a quien cuidar y proteger.

Alguien a quien amar.

Su mundo se había roto completamente. Estaba quebrado y no había nadie que pudiera repararlo.

O eso creía ella.

Isamu Kawata era un jóven hombre de 25 años con una vida exageradamente aburrida y monótona. Sus padres eran trabajadores de clase media y su único hermano era unos cuantos años mayor que él, así que no tenían una relación muy cercana.

Había pasado toda su vida bajo el ala de sus padres, conocía la casa, la escuela, la universidad y el trabajo. Sin entretenidas salidas ni más amigos de los necesarios. Y no porque no quisiera o porque sus padres eran estrictos, de hecho, sus padres eran igual de aburridos que él, y poco les importaba que hicieran o no sus hijos.

Para sus 18 años ya había terminado la preparatoria y su único plan era ir a la universidad, y así lo hizo. Comenzó y terminó su carrera de ingeniería mecánica y a sus 23 años consiguió trabajo en una empresa de autos.

Y... esa era básicamente su vida.

De su apartamento al trabajo y del trabajo a su departamento. Hablaba con sus padres algunos días a la semana y perdió contacto con su hermano cuando éste tuvo que mudarse a otra prefectura por cuestiones de trabajo, contacto que con el tiempo recuperaría, pero sin mucho interés.

Magia de Luna azul | Souta Kawata - Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora