Capítulo 21. Estamos lejos de casa.

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--Alguien por favor que apague la maldita alarma.-- se quejó Hana.

Con pereza me estiré y tanteando la mesa, apagué la alarma. Me removí en la cama estirándome para despertar, y con le di unos vistazos a las chicas. Hanako estaba cubriendo su cuerpo con la sábana hasta su cuello, parecía dormida, pero sus ojos de vez en cuando se abrían un poco, tratando de espabilarse. Chiasa estaba boca abajo, con un brazo y media pierna fuera de la cama, y mal arropada. Juraría que estaba babeando.

--Chi... Despierta.-- dije bajito y la rubia ni se inmutó. --Chi...

--Nunca despertará si le hablas así.-- me dijo Hanako.

Reí mirando a la pelinegra, --No entiendo, ella ayer fue la primera en despertar.

--Ah, ya sabes como es. Incluso ahora, que el rubio del despertador parecía una alarma sísmica, Chiasa puede dormir como morsa.

--¡Chiasa, arriba!-- grité lanzándole una almohada. La rubia se despertó sobresaltada, y se sentó en la cama viendo en todas direcciones.

--¿QUÉ?-- gritó --¿QUÉ PASÓ?-- volvió a gritar y escuché la suave risa de Hana.

--No pasa nada, Chi. Calma.-- dije y la rubia se volvió a tumbar sobre la cama. --Pero ya son las 9, tenemos que aprovechar el día.-- dije levantándome.

--¿Qué haremos hoy? No planeamos nada.-- dijo Chiasa sentándose otra vez.

--Podríamos ir a la piscina.-- propuso Hanako y Chiasa asintió.

--También quiero pasar por las tiendas.-- informé a las chicas. El hotel tenía toda una sección de tiendas donde vendían de todo, recuerdos, trajes de baño, tablas, accesorios, y miles de cosas más. --Hoy es nuestro tercer día aquí y no hemos ido.

--Sí, yo también quiero ir.-- respondió Chiasa.

Después de un rato, cada una estaba aseada y teníamos que ir al cuarto de los gemelos para preguntarles si querían ir con nosotras. Salimos de la habitación y llegamos a su suya, pero tocamos y nadie abrió.

Volví a tocar, y nada. Una, dos, y tres veces. Nada.

--¿Será que salieron?-- preguntó Hanako dudosa.

Miré a las chicas y Chiasa se acercó a la puerta, comenzó a golpearla como si quisiera tirarla abajo, mientras gritaba los nombres de los gemelos, segundos después se escuchó un golpe adentro de la habitación y todas nos miramos alarmadas.

--¡CARAJO, SOUTA!-- se escuchó desde adentro el grito de Smiley. --¡ABRE LA PUTA PUERTA!

Un minuto después la puerta fue abierta dejando ver a un muy molesto y somnoliento Souta, el chico parecía un gatito enojado. Su pijama estaba toda arrugada, sus ojos apenas se mantenían entreabiertos y su ceño estaba más fruncido que nunca, a pesar de ser tan temprano en la mañana.

--¿Qué pasa?-- preguntó seco.

--Buenos días a ti también, bello durmiente.-- le respondí burlona y el peliazul suavizó un poco su ceño.

--Parece que las mañana no se les dan muy bien.-- le dijo Hanako y el chico se hizo a un lado, dejándonos pasar. Entramos y cerró la puerta tras nosotras. Rápidamente le di un vistazo a la habitación, y lo más importante a señalar, es que olía sutilmente a los perfumes que usaban los gemelos. Era igual a la nuestra, con la diferencia de que ellos tenían dos camas individuales, y la habitación estaba un poco más desordenada.

Souta pasó por nuestro lado y se sentó en su cama, para después mirarnos con pereza. --Pueden sentarse donde gusten, si quieren.-- dijo y con las chicas nos acercamos un poco tímidas a las camas, me senté en la de Souta y las chicas se sentaron en la de Smiley, que no se veía por ningún lado.

Magia de Luna azul | Souta Kawata - Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora