Magia de Luna azul | Souta Kawata - Tokyo Revengers

Capítulo 26. Tal vez las cosas hubiesen sido diferentes.

Chiasa no estaba.

Abrí la puerta y la luz estaba apagada, no había nadie. Aún así, hice un inútil intento de acercarme a la puerta del baño y llamarla, nada.

"Avisa cuando te vayas sola, ¿sí?"

Carajo.

"Recuerda que estamos lejos de casa"

Lo siento, Souta.

Tomé mi teléfono y comencé a llamarla, pero no respondía. Estaba comenzando a inquietarme.

Tiré mi bolso en mi cama, rápidamente busqué una camiseta y me la coloqué, y salí de la habitación. Pasé corriendo las habitaciones hasta llegar al ascensor y bajé. ¿Dónde estaba Chiasa y por que no estaba en la habitación?, ni siquiera había llegado porque su cama seguía intacta.

Salí del ascensor y atravesé la recepción hasta salir del edificio. Una vez afuera de detuve y analicé las opciones. ¿Dónde podía estar?. Mi primera opción fue Tetsuo, ellos habían pasado parte de la fiesta juntos; pero descarte la idea cuando recordé que ella no tenía razón para estar a esta hora por ahí con Tetsu, además de que él se había ido antes porque se sentía mal y quería dormir.

Después pensé en Hanako y Smiley, tal vez se los había encontrado y había decidido acompañarlos en su paseo, aunque eso significaba y confirmaba mi teoría de que nunca había llegado a la habitación, cosa que me preocupaba. ¿Por qué nos mentiría?

Seguí repasando los escenarios en mi mente hasta que de repente un pensamiento desagradable me golpeó, haciéndome sentir unas repentinas ganas de vomitar y una presión en mi pecho.

Los tipos de la fiesta.

No, no podía ser.

Sin pensarlo más, comencé a correr por los alredeores buscando a Chiasa. Solo rogaba a quien sea que me estuviera escuchando que la rubia estuviera con Hanako y Smiley. O con quien sea, carajo, pero que estuviera bien.

Seguí corriendo y corriendo, y no encontré rastro de ninguno de los tres. ¡Eran más de las 2 de la mañana! ¡¿dónde diablos podían estar Hana y Smiley?!. Los mataría, definitivamente los mataría cuando los viera.

En un segundo llegó a mi mente la imagen de un lugar, el camino hacia la piscina. Era un lugar solitario y rodeado de naturaleza, y sólo llegaba a la piscina... Pero a Chiasa le había gustado y no había revisado ahí. Así que comencé a correr hasta allá pensando en que si la rubia no estaba ahí entonces probablemente me volvería loca.

Llegué al lugar y rápidamente comencé a adentrarme, habían unas cuantas luces dispersas que iluminaban el lugar, más la luz natural del cielo, así que no estaba tan oscuro, pero si solitario. Seguí avanzando y avanzando, comencé a preocuparme, tenía que estar aquí.

En eso, la vi. Una pequeña figura dueña de una gran cabellera rubia, y suspiré aliviada. Chiasa estaba ahí, estaba sola y parecía tener frío, pero estaba bien y eso era suficiente.

—¡Chi!— grité acercándome. La rubia se sobresaltó pero cuando se dio cuenta de que era yo se relajó y me regaló una sonrisa.

—Hola, Ri.

—Chi, ¿qué haces aquí?— pregunté llegando a su lado. —Dios, estaba tan preocupada. ¿Por qué no fuiste a la habitación?— me senté junto a ella y la observé.

—Oh, lo siento, Rin.— dijo apenada. —Quería pasear un rato...

—¿Está todo bien?— pregunté al notar que Chiasa parecía un poco extraña.

—Si, si.— afirmó. —No pasa nada, de hecho, deberíamos vol...

—Dime qué te pasa.— pedí tomándola de la muñeca para que no se levantara. Era evidente que algo la molestaba y no iba a dejar que se fuera sin decirlo.