Antonella
Me senté en la cama al escuchar mi alarma sonar, inmediatamente la detuve bostezando y estiré un poco mi cuerpo para relajarlo Observé el zapato solitario en la esquina de mi cuarto durante unos minutos hasta que volví en sí. Me levanté, a pesar de no tener muchas ganas, y me miré en el espejo; parecía una loca. Me amarré el cabello en una coleta alta y procedí a ponerme el uniforme de practicante de enfermería.
Ya me había duchado la noche anterior, así que no pensaba hacerlo de nuevo.
Volví a mirar mi reflejo en el espejo. Mi cabello había crecido; era castaño oscuro y rizado. Mi piel era morena, como chocolate con leche, y tenía una figura normal, supongo.
—¡Hija, el desayuno! —gritó mi madre desde la planta baja, sacándome de mis pensamientos.
—¡Sí, ya voy! —le respondí, cogí mi bolso con todo lo necesario y bajé con el móvil en mano.
Dejé el bolso en el respaldo de la silla y me senté viendo a mi Padre y a mi hermano.
—Buenos días, papá —le sonreí. Estaba mirando el periódico con mucha atención.
—Oh, buenos días, mi niña —sonrió, dejándolo a un lado de su plato.
—¿Qué estabas mirando con tanta atención que no me hacías caso? —pregunté, dándole un sorbo al café helado que había en mi vaso.
—Perdón, hija, estaba leyendo sobre el problema de bandas que ha habido últimamente en España — suspiró cerrando el periódico dejándolo a un costado.
—Ah, ya —no le di mucha importancia. Los jóvenes de hoy en día se meten en líos por cualquier cosa, terrible.
—Tienes que cuidarte mucho, mi niña. No queremos que te pase nada ni a ti ni a Miguel —intervino mi madre, dejando un plato de tostadas en la mesa.
—Bua, mamá —bufé, rodando los ojos—. Esos solo se pelean entre ellos porque se aburren. Además, no están por esta zona, tranquilos.
—Pero, igualmente, tienes que tener cuidado —insistió mi mamá.
—Ok, ok —cogí un pan y le unté Nocilla—. Toma —se lo di a Miguel, mi hermano.
—Gracias, hermanita —dijo mientras le daba un buen mordisco.
Desayunamos todos tranquilamente mientras charlábamos como de costumbre.
—Merde —me quejé en francés—. Ya voy tarde. —Tomé todas mis cosas rápidamente; ni de coña llegaba a la hora.
—¿Te llevo? —me preguntó mi padre, mirándome.
—Sí, por favor —le sonreí agradecida.
—Vamos —cogió las llaves de su auto. Me despedí de mi madre y de mi hermano.
Subimos al auto velozmente y nos fuimos al hospital.
—Gracias, pa —besé su mejilla al salir del auto.
—Au revoir, ma fille —se despidió con la mano.
Entré al hospital a la velocidad de la luz, subí a la segunda planta entrando al departamento de enfermería y fiché rápido.
—¡TOMA NI UN MINUTO MÁS NI UNO MENOS, JA, CHIENNE! —bailé felizmente.
—Ejem, ejem —oí detrás de mí un fuerte carraspeo. Me volví y me di cuenta de dónde estaba.
—Uy, hola —reí nerviosa. Miré a todos mis compañeros, quienes me observaban aguantando la risa.
—¿A qué vienen esos gritos? —me miró Anastasia, mi enfermera a cargo.
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Adicto amor [#1]
RomanceAntonella Presly una chica responsable y amable, con un sueño que seguir y conseguir se encuentra con Mikey Grace, un gran empresario el cual tiene una vida ajetreada con el tema de contrabando de armas y dinero. Un amor lleno de pasión y poder...