Desperté en una cama cómoda y bien acolchada, rodeada de edredones. Miré a mi alrededor, confundida al encontrarme en una habitación completamente desconocida. Todo lucía con una decoración lujosa; varios sillones, un gran espejo...
Me levanté algo mareada y me toqué la cabeza. Caminé hacia la puerta, suponiendo que era la salida, e intenté abrirla, pero estaba cerrada con llave.
— ¡Sáquenme de aquí! — grité, golpeando la puerta con todas mis fuerzas, pero no recibí respuesta.
Mierda, ¿por qué me está pasando esto a mí?
Golpeé la puerta desesperadamente de nuevo, buscando alguna respuesta, pero nada. Me senté en un sillón, cubriendo mi cara con las manos para contener las ganas de llorar por la impotencia. No entendía por qué estaba aquí ni qué había hecho para merecerlo. ¿El único delito? Robarme un paquete de chicles, pero tampoco era para tanto.
Después de varios minutos, escuché cómo la puerta se abría. Levanté la vista hacia ella para ver quién entraba.
Oh mon Dieu, ça ne peut pas m'arriver. (Dios mío, esto no me puede estar pasando a mí).
No podía creer lo que veían mis ojos. Me levanté lentamente, mirando a la persona que tenía frente a mí.
— ¿Mikey? — lo miré, sorprendida y un poco temerosa. Él me devolvió la mirada sombríamente y cerró la puerta tras de sí, apoyándose en ella.
— Sí, soy yo — dijo, sin apartar la mirada de la mía, con las manos en los bolsillos.
Esto no puede estar pasándome, pensé. ¿Estoy alucinando o es alguna broma de mal gusto?
— Dime que es una broma, por favor — le rogué, con esperanza en los ojos. Pero su respuesta me desmoronó completamente.
— No, te dije que los sueños se hacen realidad y que tú serías mía. Y aquí estás.
Lo miré con rabia y frustración. Lo ayudé y encima me paga así. Me acerqué a él y le di una bofetada con todas mis fuerzas. Él ni siquiera parpadeó, giró su rostro lentamente mirándome con seriedad.
— ¿Estás loco o qué? ¿Te afectó el disparo? ¿Qué cojones te pasa? — grité furiosa.
No recibí respuesta. Solo me miraba fijamente con los brazos cruzados. Decidí calmarme un poco. Alterada no conseguiría nada. Conté hasta diez para tranquilizarme.
Un, deux, trois, quatre...
— ¿Por qué estoy aquí? — le pregunté, un poco más serena pero necesitando respuestas.
— Porque quiero que seas mía, mi mujer — respondió, sin rodeos.
— ¡Por el amor de Dios! ¡Me acabas de conocer! ¡Yo no soy de nadie, déjame ir!— bufé, sintiendo una nueva ola de indignación hacia él. Este hombre me generaba violencia.
— Lo siento, muñeca, pero no. Te quedarás conmigo durante mucho tiempo — acarició su barbilla, mirándome con esos ojos azules que ahora parecían oscurecidos — Una temporada larga y tendida.
— Tengo familia, Mikey. Mi mamá tiene problemas de corazón, si desaparezco así, podría causarle un daño grave — grité, preocupada y alterada.
— Tranquila, permitiré que hables con ella para que estén tranquilas ambas — parecía tenerlo todo planeado.
— Mikey, por favor, déjame ir, te lo ruego — le supliqué, con un nudo en la garganta.
— Te irás, pero conmigo, a Italia — me guiñó un ojo descaradamente. Me quedé atónita al escucharlo.
¿Italia?
— ¿Italia? — fruncí el ceño, confundida.
— Sí, tengo unos asuntos que atender allí y tú vendrás conmigo — recostó la cabeza en la puerta, sin apartarme la vista.
— No, no iré a ningún lado contigo — negué rotundamente.
— No te estoy preguntando, vendrás conmigo porque lo digo yo — sin añadir más, salió de la habitación.
Me quedé petrificada al escucharlo. Sabía que no estaba bromeando y que haría todo lo posible por obligarme a ir. Me pellizqué varias veces para comprobar si era un sueño o si intentaban hacérmelo creer. ¿Cómo había acabado aquí? No lo entendía.
Mientras estaba sentada en la habitación, tratando de procesar todo, me sentí desesperada por estar lejos de mi familia. El pensamiento de que algo pudiera pasarle a mi mamá, con sus problemas de corazón, me hacía sentir aún peor.
No me quedaría aquí como una idiota, esperando un milagro. Me levanté de la cama y examiné las posibilidades de escape. Miré la terraza y calculé las opciones.
— Joder — murmuré, golpeando los barrotes con frustración.
— ¿No serás tan tonta como para tirarte, verdad? — oí una voz detrás de mí. Me volví rápidamente.
Frente a mí estaba el hermano de Mikey, creo. Me miraba con una sonrisa amable.
— Tú eres el hermano de Mikey, ¿verdad? — lo miré, tratando de recordar su rostro de los encuentros en el hospital.
— Exacto, Nelson. Pero puedes llamarme Pluto, todos lo hacen así — sonrió, con los brazos cruzados.
— Pluto, por favor, déjame salir de aquí. Tu hermano está loco, me secuestró y ahora quiere llevarme a Italia con él — le supliqué, juntando las manos como si estuviera pidiéndole un deseo.
— Lo siento, Anto, pero no puedo hacer eso — me miró con pesar.
— ¿No me digas que también eres cómplice de ese loco? — pregunté, anonadada.
— Pues sí, fui yo quien te secuestró — dijo con una sonrisa amplia, como si secuestrar gente fuera algo completamente normal en su mundo. Hasta parecía estar orgulloso de ello.
— No puede estar pasándome esto — me llevé las manos a la cabeza, negando con incredulidad, mientras caminaba por la habitación.
Qué par de locos me he encontrado. Pensé, frustrada.
— Sé que Mikey puede parecer un cabrón, pero en realidad no lo es. Si te trajo aquí es porque le interesas de verdad — intentó calmar la situación, pero solo logró empeorarla.
— ¿Eso se supone que tiene que consolarme? — lo miré, confundida y molesta.
— No, solo te lo estoy diciendo — sonrió.
Estúpido, pensé, con ganas de golpearlo para quitarle esa sonrisa siniestra de la cara.
— Bueno, vine a avisarte para que bajes a cenar — señaló la puerta, indicándome que saliera.
— No pienso sentarme a cenar con mi secuestrador — me senté en el borde de la cama, cruzándome de brazos.
— Anto... — intentó interrumpir.
— Dile a tu querido hermanito que se meta la cena por donde le quepa y que se la coma con gusto, por idiota — solté toda la rabia acumulada.
— Wow, está bien — pareció sorprendido por mi respuesta. Rio antes de salir del cuarto sin decir más nada, riendo suavemente.
Me di cuenta de que no cerró la puerta con llave. Era mi oportunidad de activar el modo fugitiva.
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Adicto amor [#1]
عاطفيةAntonella Presly una chica responsable y amable, con un sueño que seguir y conseguir se encuentra con Mikey Grace, un gran empresario el cual tiene una vida ajetreada con el tema de contrabando de armas y dinero. Un amor lleno de pasión y poder...