Llegamos a casa después del intenso momento en el auto, y al darnos cuenta de que Camila y Margarita no estaban, una sensación de alivio y determinación nos envolvió.
— ¿De verdad las vas a ayudar? — pregunté, con una mezcla de incertidumbre y esperanza.
— Ya te dije que sí, muñeca. No te voy a dejar sola en esto —dijo Mikey, deshaciéndose de la ajustada chaqueta gris del traje. Me acerqué a él, tomando sus manos en las mías.
— Gracias, Mikey. No sabes lo que significa para mí. Necesito salvarlas; no es justo que tengan ese destino tan cruel —suspiré, dejando que mi tristeza se hiciera visible.
— Y no lo tendrán. Yo las salvaré —afirmó con una determinación que me reconfortó.
— Las salvaremos, querrás decir.
— No.
— ¿Qué quieres decir con eso? — me crucé de brazos, frunciendo el ceño.
— No estamos casados, no somos una sola carne. Así que no, yo actúo por libre —me guiñó el ojo con una sonrisa desafiante.
— ¿Y eso qué tiene que ver, Mikey? Quiero ayudarte —rechacé su actitud, molesta por su postura.
— Me ayudarás quedándote aquí en casa —dijo, caminando hacia el baño. Su actitud me hizo pensar que tenía miedo de que me lastimaran, y eso me frustraba.
— Amor —lo abracé por la espalda, deteniéndolo—. Por favor, déjame ayudarte —susurré, apoyando mi frente en su espalda musculosa. Él tomó mis manos y las colocó en su pecho, permitiéndome sentir sus pulsaciones tranquilas.
— No quiero que te pase nada, Antonella. Nunca me lo perdonaría —dijo con un tono suave y preocupado.
— Voy a estar bien, te lo prometo —le di un suave beso en la espalda. Se giró para mirarme con un semblante más relajado.
— Está bien, pero harás lo que te diga —dijo, colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja—. Nelson vendrá con los planos del recinto donde tienen a las mujeres.
— Oki —le sonreí, sintiéndome un poco más aliviada—. ¿Nos damos un bañito? —pregunté con una sonrisa juguetona.
— Vale, preciosa —me cogió en brazos—. Vamos al baño.
Empezamos a llenar la bañera con agua tibia. Mientras la bañera se llenaba, eché una bomba de baño color granate, que llenó el aire con un aroma relajante. Nos quitamos la ropa y entramos juntos en el baño. Nos sumergimos en el agua, disfrutando de un baño relajante lleno de besos, mimos y caricias.
— Ya está —dijo Mikey, terminando de secar mi cabello con la toalla.
— Gracias, amorcito —sonreí, mirándolo a través del espejo.
— De nada —me dio un suave beso en los labios, y la calidez del momento me hizo sentir más cercana a él que nunca.
Toc, toc.
— Adelante — dijo Mikey, poniéndose una camiseta de tirantes blanca que le quedaba como anillo al dedo.
Nelson entró con un gran papel enrollado en sus manos.
— ¿Vamos? — preguntó, alzando el que supuse era el plano.
— Claro — respondí con determinación, guiando a Nelson y a Mikey al despacho, donde nos encerramos los tres.
Nelson desplegó el plano sobre la mesa y comenzó a explicar detalladamente. Nos mostró las entradas y salidas, las ventanas accesibles, los conductos de ventilación, y la disposición de los guardias y las habitaciones donde estaban las chicas.
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Adicto amor [#1]
RomanceAntonella Presly una chica responsable y amable, con un sueño que seguir y conseguir se encuentra con Mikey Grace, un gran empresario el cual tiene una vida ajetreada con el tema de contrabando de armas y dinero. Un amor lleno de pasión y poder...