Capítulo 31

30.1K 1.2K 100
                                        

Observé su rostro adormilado, con el cabello algo revuelto y su pecho subiendo y bajando suavemente al ritmo de su respiración. Se veía tan tranquila durmiendo, como si estuviera en paz.

El sonido de mi móvil vibrando me sacó de mis pensamientos. Era un mensaje de Nelson.

WhatsApp:

- Nelson: Buenos días. Siento molestarte tan temprano, solo quería recordarte que mañana a las 9:30 AM partimos a Rusia. Nos vemos luego, pícaro.

Respondí rápidamente:

- Yo: Ok, gracias .

Suspiré, pensando en cómo le diría a Antonella que tendría que irme de viaje por temas de trabajo. Había vuelto con ella y ya me tenía que ir. Sabía que no le haría mucha gracia y, conociéndola, seguramente se molestaría.

— Buenos días — escuché su suave susurro mientras despertaba.

— Buenos días — respondí, acariciando sus mejillas cálidas. Ella sonrió levemente, se veía agotada, lo cual no era sorprendente considerando la noche que habíamos tenido.

— Mmm... creo que alguien está molida — comenté, notando su expresión.

— Como para no estarlo, casi me matas — dijo, achinando los ojos y mirándome seriamente.

— Que yo sepa, la que me pidió que la follara duro fuiste tú. Yo solo cumplí órdenes — le respondí con una sonrisa juguetona.

— Uy sí, seguro — replicó mientras se tocaba la tripa — Ay, qué dolor... es como si tuviera cólicos, pero no.

— ¿Cómo así? — la miré extrañado por su descripción tan inusual.

— Es que no sé cómo explicarlo, es como un dolor pero no dolor, lo siento en la tripa y las piernas. ¿Me entiendes? — me miró esperando una respuesta.

Asentí.

Aunque la verdad no entendí .

Era evidente que estaba cansada y probablemente sentía las secuelas de la intensidad de la noche anterior.

— Si quieres, te llevo al médico.

— Uju, si quieres, le digo que me has roto el coño a penetradas y que por eso me duelen las piernas — respondió con un gesto de disgusto. Parecía que mi pregunta no le había gustado.

— Entonces no te llevo — dije, levantándome y estirándome. Al verme desnudo, el enfado en su rostro desapareció de inmediato, dejando paso a una expresión iluminada.

— Ya estoy mejor — murmuró mientras su mirada bajaba hacia mi trasero.

— Mira que eres golosa — comenté, negando con la cabeza y cruzándome de brazos.

— Eres tú quien me ha vuelto así, ahora te aguantas — respondió, envolviéndose en las sábanas con una sonrisa traviesa — ¿Nos damos un baño juntos? Calentitos, solitos...

— Ok — acepté, acariciando suavemente su barbilla. Entré en el baño, que estaba dentro de la habitación, y llené la bañera con agua tibia. Luego volví a la cama, la tomé en brazos, le quité la sábana y la llevé al baño. Entré detrás de ella.

Antonella apoyó su espalda en mi pecho y tomó mis brazos para rodear su cuerpo con ellos.

— ¿Cuándo nos vamos? — preguntó mientras tomaba la esponja y la pasaba por mis manos.

— Cuando terminemos de bañarnos y hayas desayunado — respondí, cogiendo la esponja y empezando a pasarla por su abdomen.

— Ok — respondió, sonriendo mientras apoyaba su cabeza en mi hombro.

Adicto amor [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora