Feliz Navidad, Antonella...
Escuché la voz de Mikey en un suave susurro que flotó en el aire.
Mis ojos se abrieron de par en par, y allí estaban ellos: Camila, Nelson y Mikey, todos con grandes sonrisas mientras abrían los regalos. La felicidad iluminaba sus rostros. Mikey se acercó a mí, su sonrisa radiante, y depositó un beso suave y dulce sobre mis labios.
Esto debía ser un sueño...
—Te estamos esperando, Anto, no tardes —dijo Camila, tomando la mano de Nelson. Mikey se apartó de mí, pero su sonrisa no desapareció.
—¡No, esperen! —me levanté con rapidez, intentando alcanzarlos, pero mis piernas se sintieron como flan y caí al suelo.
—Hasta luego —dijo Nelson antes de que los tres desaparecieran en un instante.
Me sobresalté al despertar de golpe, dándome cuenta de que todo había sido solo un sueño. Mis ojos estaban llenos de lágrimas, y una fina capa de sudor cubría mi frente. Alcancé la botella de agua en mi mesita de noche y bebí unos tragos, tratando de aliviar la sequedad en mi garganta.
Ya un poco más tranquila, miré mi móvil para ver la hora.
Las 6:27 a.m.
Suspiré, resignada, y me levanté de la cama. Tomé la botella nuevamente y bajé a la cocina para rellenarla. Después de hacerlo, me asomé por la ventana y observé la calle solitaria y oscura.
Aunque todavía era muy temprano, sentí la necesidad de tomar un poco de aire fresco, así que me dirigí al salón, abrí la puerta que daba al jardín y me senté en una de las sillas. En esos momentos, el silencio era mi único compañero, y no me quejaba de ello.
—Hija...
La dulce voz de mi madre me hizo abrir los ojos al instante. No me había dado cuenta de que me había quedado dormida en el jardín.
—¿Qué haces aquí, hija? —preguntó con preocupación.
—Nada, mami. Solo salí a tomar aire y, sin darme cuenta, me quedé dormida —me levanté del asiento, sintiendo el frío que había calado en mis huesos.
—Estás muy fría. Entra y tómate un chocolate caliente. — dijo, tras tocarme.
—Está bien.— asentí. Entré a casa con ella, subí a mi habitación y me di una ducha rápida. Después de cambiarme, bajé para desayunar. La mesa ya estaba servida, y me senté junto a mi hermano Miguel.
—Antonella, ¿y mi regalo? —preguntó con curiosidad, mientras mordisqueaba un cofre de chocolate.
—Lo tengo que envolver, pero ya lo tengo.
—Dame una pista, dame una pista.— me mira haciendo puchero.
—No, tendrás que esperar hasta mañana.— corté un trozo del cofre que tenía en el plato.
—¡Pero falta mucho para mañana! —se quejó, imitando a un niño pequeño.
—Deja de hacer el bobo. Ya verás cómo pasa el día rápido.—reí un poco mirándolo.
—Mentira, las horas pasan muuuuuuuy leeeeentaaaaaas.
—Pues duermes hasta la noche, cenamos todos juntos y te vuelves a dormir hasta mañana.
—Mmm... No me renta —dijo, llevándose su zumo a los labios.
—Pues jódete.
—¡Antonella! —dijeron mis padres al unísono, mirándome con desaprobación.
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Adicto amor [#1]
RomanceAntonella Presly una chica responsable y amable, con un sueño que seguir y conseguir se encuentra con Mikey Grace, un gran empresario el cual tiene una vida ajetreada con el tema de contrabando de armas y dinero. Un amor lleno de pasión y poder...
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